Hoy en día todo es apariencia. Ya puedes ser un inútil, fantoche o un descerebrado que si posees una buena imagen que te transforme en lo que realidad no eres tienes el triunfo casi asegurado. Ahora importa saber vender tus cualidades aunque éstas sean ficticias. Esta reflexión viene por la noticia de que Sanidad va a poner en marcha en los hospitales públicos de la Comunidad Valenciana un servicio de azafatas para que nos ajusten el volumen de la televisión o nos pongan un DVD. Ojo, también nos llevarán la prensa a la sala de espera de Urgencias si es que estás en condiciones de leer. Como ven, todo un invento que va a costar cerca de siete millones y que explotará, cómo no, una empresa privada. No sé ustedes, pero uno cuando acude a un centro médico lo último que espera ver es a ayudantes ofreciéndote servicios superfluos. En un hospital debe haber médicos, enfermeros-as, auxiliares y demás personal cualificado así como un buen instrumental técnico que permita hacerte las pruebas necesarias para ayudar al facultativo a diagnosticar la enfermedad que padeces. El Consell se equivoca de nuevo y nos induce a creernos que los sanatorios son hoteles donde se nos va a tratar a cuerpo de rey y que unas señoritas nos harán la vida más amena mientras esperamos nuestro turno. Y los verdaderos profesionales o están saturados de trabajo y cada vez más quemados o esperan en el paro o en interminables bolsas de trabajo, que se las saltan cuando les viene en gana según los sindicatos, una oportunidad para desarrollar la actividad para la que se han preparado durante años. Desde luego no es el camino para mejorar la atención sanitaria. Cada vez se privatizan más servicios en la sanidad pública, algunos puede que hayan mejorado la gestión, pero no olviden que las mercantiles siempre buscan el negocio, hecho que no casa demasiado bien con la salud pública.