Hace unos días los titulares de los ministerios de Sanidad y Educación, Trinidad Jiménez y Ángel Gabilondo, presentaron una guía dirigida a toda la comunidad educativa llamada "Ganar salud en la escuela", la cual aborda materias visiblemente importantes para la adquisición de unos hábitos de vida saludables por parte de nuestros niños y jóvenes: actividad física, alimentación saludable, bienestar y salud emocional, educación afectivo-sexual, seguridad y prevención de riesgos, educación sobre drogas, etcétera. Como siempre, las reacciones no se han hecho esperar. ¿El punto discordante? El de siempre: el referente a la educación afectivo-sexual.

Son varios los colectivos que se han manifestado en contra de que el Estado ose "inmiscuirse" en la vida sexual de los jóvenes. Lo han llamado "Adoctrinamiento sexual en las aulas". ¡Qué osadía! Enseñarles a que conozcan su propio cuerpo, una correcta higiene, los cambios corporales, psicológicos y sociales de la pubertad, a que identifiquen situaciones de abuso sexual, a promover el respeto, la igualdad, la tolerancia y la autoaceptación para con cualquier identidad u orientación sexual, la no discriminación entre sexos, a prevenir ETS y embarazos no deseadosÉ vamos, ¡lo nunca visto! ¿A quién se le ocurre tal atrocidad y tal intromisión?

Indagando por internet en busca de opiniones sobre este tema, una de las primeras webs a las que he ido a parar ha sido la de la plataforma "Alicante Educa en Libertad" (que por cierto, con todo el amor del mundo, desde aquí les lanzo una propuesta de cambio de nombre: "Alicante Educa en la Libertad de Rouco"; sería mucho más esclarecedor). Me he dado cuenta de que siempre son los mismos. Voy a llamar a la autoridad eclesiástica competente para sugerirles que hagan misas más largas, ya que sus feligreses parece que se aburren demasiado y en su tiempo libre les da por objetar ante el Tribunal de Estrasburgo. Primero fue EpC, ahora esto. ¡Relajaos!

Pues bien, estos señores de AEL y otros foros dicen que esta guía anima a la promiscuidad, y que la educación sexual compete únicamente a los padres, por lo que las administraciones públicas tendrían que obviar meter los pies en semejantes terrenos pantanosos. Y una ya duda de si esta gente de verdad se ha leído la guía; porque, señores, algunos puntos de este documento abogan claramente por "el conocimiento del comportamiento sexual como expresión íntima del afecto" y la "integración de las familias en la educación afectivo-sexual de sus hijos". Y no tengo nada en contra del movimiento eclesiásticoÉ aparte de ese afán por inventar las leyes de la naturaleza y querer que el Estado se fusione con su amadísima institución. Pero vamos, nada que no se solucione con una pequeña dosis de laicismo (ese concepto que tanto les hace temblar).

Algún día, estos católicos de pacotilla que todavía viven en la España del nacionalcatolicismo, se darán cuenta de que una cosa es el ámbito privado, y otra muy diferente el público. Al igual que se darán cuenta de que el sexo es algo natural y que educar con el fin de que sea practicado de forma segura y saludable no tiene nada que ver con ninguna imposición afín a la ideología gubernamental. Los adolescentes, tarde o temprano, van a querer conocer su cuerpo y descubrir la sexualidad, y qué mejor que enseñar desde las aulas a hacerlo de una forma segura para no tener que lamentar posteriormente ninguna imprudencia causa de la ignorancia, ¿no?

Educar en la abstinencia no es la solución. Hace tiempo que el sexo dejó de ser un tema tabú y hace todavía más que los humanos lo practicamos por placer y no por el mero fin reproductivo. Ni es pecado la promiscuidad, ni son pecado las relaciones homosexuales. Y qué narices, si lo esÉ mejor. Será divertido estar en el infierno.

Como leí en un artículo hace un tiempo: "bajo un análisis cultural, la sexualidad sería a la reproducción algo así como lo que la gastronomía es a la alimentación: una práctica cultural vinculada a unos determinados fundamentos biológicos, pero no por ello una práctica biológica". Si algo hay antinatural en este mundo es la abstinencia sexual a la que se ven obligados los curas (hablo de la teoría). Busquen, de entre el millón de especies animales conocidas, una sola que lo haga. Los impulsos sexuales en los animales son potentes. Y los humanos la única especie expuesta a represión. Las prácticas sexuales, sean cuales sean, individuales o en pareja, y siempre consentidas, no son ninguna aberración. La intolerancia, sin embargo, sí lo es.

Rouco, creo que ya has jugado demasiado. Suelta el mando de la consola y deja que cada cual disfrute de su vida y de su sexualidad como le plazca. Y por favor: haz lo que quieras en tu iglesia, pero deja los colegios públicos.