La decisión del Parlament de Catalunya de, a corto plazo,prohibir las corridas de toros en su comunidad, trae cola. Hace años que los canarios las prohibieron en sus islas, pero el caso es muy distinto. Estoy en contra de prohibir nada y menos si se va a utilizar para enfrentar una bandera contra otra bandera. Considero que la situación creada es lamentable y todos saldremos perjudicados. También si la decisión hubiera sido la contraria. No diría de mí que sea un aficionado a los toros, pero, circunstancias, he asistido a muchas corridas. Antoñito Bienvenida, amigo de mis amigos, durante algunos años nos facilitaba entradas y yo acudía siempre. Osea que hablo desde una posición más bien incómoda. He conocido algo del mundo que se mueve alrededor de las corridas y no me gusta. Me he emocionado ante algunas de las suertes arriesgadas y de gran belleza plástica, pero considero que es una costumbre que no contribuye precisamente a sensibilizar a la sociedad. Pero gran parte de la humanidad se ha complacido en la tortura y muerte como espectáculo. Cuando en tiempos de la II República se obligó a poner el peto a los caballos de los picadores, hubo protestas y pronósticos catastrofistas sobre el futuro de la fiesta. Al público le encantaba ver a los jacos destripados y el toro adornados sus cuernos con las vísceras de los pobres animales y pedían "¡más caballos!". Hasta finales del siglo XIX en nuestro país los azotes y las ejecuciones a los reos eran celebradas en las plazas públicas, con un sentido de fiesta, con sus puestos de rollitos de anís y de agua, azucarillos y aguardiente. Herencias del pasado que han permanecido hasta hoy no sólo por los que viven y negocian con ello. Para mí es triste que un parlamento democrático se plantee la permanencia o no en nuestras carreteras del logotipo de una marca de bebidas alcohólicas y, además, ornamente la tenida por bandera nacional. No deberíamos seguir creyendo lo de que "España es diferente" de Fraga. En este mundo capitalista en que nos ha tocado vivir necesitaría una atención especial la proliferación de pícaros y corsarios con poco o ningún sentido del colectivo, considerado sólo como consumidor. No hagamos que se produzca una alarma social por un juego de entretenimiento, aunque haya quien propone que las corridas sean consideradas un bien cultural y se conceda la medalla de las Bellas Artes a profesionales de la tortura y muerte de un animal con seria discapacidad, pues ya sabemos que el toro es miope, ve mal y sólo ve sombras de luz que se mueven y amenazan. Se defiende. Sabemos también que a muchos otros animales se les tortura desde que nacen y viven una vida condicionada por el ser humano (siempre hay quien trae a colación el foie gras) pero lo que se hace con el toro es un espectáculo de diversión con el sufrimiento y la muerte y eso me parece lamentable. Espero que dentro de un tiempo (algunos siglos, quizás) las corridas habrán evolucionado lo suficiente hasta ocupar el sitio que les corresponde, que es el circo, donde también se somete a tortura a otros hermosos animales a quienes no se mata. Y no confundir más la cultura con aquello que son tradiciones de un pueblo pobre e inculto, como el nuestro. El informe PISA sitúa a nuestro país en los escalones más bajos en cuanto a comprensión de lectura (entender lo que se lee), tanto en enseñanza primaria, secundaria y en la misma universidad. Eso sí, según mi opinión, tendría que haber producido una alarma social, pues el tema es grave y no saldremos de nuestra vergonzante situación hasta que muchos españoles sepamos tocar el violín. Ya me entienden. Sólo el arte nos puede poner en camino de... aunque tampoco es seguro en nuestro caso.