En un alabeo, con poco más que agosto de por medio, se iniciará en la Comunitat la precampaña electoral para copar ayuntamientos, diputaciones y la mismísima Generalitat. En Alicante capital el ambiente es muy similar al que se respiraba hace unos meses. Todo el mundo sabe que la candidata popular será Sonia Castedo, que ha exigido manos libres en la confección de la lista que habrá de encabezar, lo que aunque más o menos se dé por supuesto, no es elegante hacer alarde de ello. El PSOE por su parte carece a estas alturas de candidato/a y ya está cercana la hora en que ha de deshojarse la margarita. No saben lo que será mejor, si nombrar al elegido según encuesta o meter los nombres de los aspirantes en un bombo y echarlo a suerte. Junto a Roque Moreno, hace tiempo que saltaron a la palestra los nombres de Elena Martín, una desconocida secretaria de organización de PSPV y el del prestigioso periodista y ex concejal socialista en el Ayuntamiento de Alicante José María Perea. Y aunque no sea por lo del empate de género, hay que poner otro nombre encima de la mesa, el de la actual concejal socialista Carmen Sánchez Brufal. Pues bien, si cualquiera de los nombrados hubiera de batirse en solitario con la bien instalada y de casi todos conocida Sonia Castedo, más que de escasas posibilidades de victoria habríamos de hablar de batacazo asegurado. La presencia de la actual alcaldesa, si no apabullante, es firme y extensa. Por elección y por descarte habrán de lloverle los votos. En mi opinión sólo tienen los socialistas una opción, presentar una candidatura con doble cabeza de varón y hembra. Hay cuatro combinaciones posibles, Roque Moreno-S. Brufal, Roque Moreno-Elena Martín, José María Perea-S. Brufal, José María Perea-Elena Martín. ¿Qué tal este último tándem encabezando una lista en la que figurarían a continuación Roque Moreno y S. Brufal? Belleza, prestigio, juventud, valores a tener en cuenta en la brega electoral y que sin duda necesitarán los socialistas para contrarrestar la popularidad, cercanía, innegable atractivo, formación, seriedad y carácter de Sonia Castedo. Más he aquí, que recientemente estalla en Alicante el conocido como caso Brugal, en el que se ve inmerso el presidente de la Diputación de Alicante José Joaquín Ripoll, previsible número dos en las listas a su Ayuntamiento y con aspiraciones de revalidar un tercer mandato en la institución provincial. Y aunque es previsible que los diferentes procesos penales abiertos se alarguen en el tiempo, mucho más allá de la cita electoral de la próxima primavera, no puede descartarse la incidencia electoral de los datos que, independientemente de su veracidad, irán trascendiendo a la luz pública. No es cierto que el Partido Popular tenga la vacuna que virtualmente administrada al ciudadano en un ejercicio de hipnosis colectiva, le proteja de la repercusión negativa de la corrupción propia. Lo que ocurre es que sus enemigos políticos andan desde hace años en el empeño de obtener a precio de ganga réditos electorales que una y otra vez les niegan las urnas. El caso más paradigmático como seguramente saben todos los lectores es el de los famosos tres trajes del presidente Camps que sin duda le recordará a más de uno la representación de la obra de José Zorrilla "El puñal del godo". Es una táctica equivocada. El ciudadano no acepta que le den gato por liebre y de ahí que su intención de voto no haya cambiado. Los socialistas dan por perdida la Generalitat y sólo les que queda por decidir a quién le pedirán el sacrificio de acompañar a Jorge Alarte en la debacle electoral. Y como precisamente ha sido Ángel Luna, portavoz del PSPV en Les Corts el encargado de poner en práctica tan errónea táctica de martillo y sonsonete, parece ser que su jefe de filas, el mencionado Alarte, ha decidido recompensarle por haber llevado todo el peso de la farsa. Suena de nuevo su nombre como posible candidato a la alcaldía de Alicante. En tal caso y si tal posibilidad se confirmare, lo normal es que las expectativas socialistas sufrieran un evidente retroceso. Porque el discurso del señor Luna arrostra desde hace tiempo escaso bagaje, yermo de todo lo que no sean los tres trajes del presidente. Y ello da que pensar. ¿Tanta confianza tienen depositada los socialistas valencianos en los avatares judiciales de un proceso que con trajes o sin ellos nunca debió existir? ¿O simplemente se trata en este supuesto concreto de un ciclo acelerado de luna llena a luna menguante?