Comenzaron los Europeos de Atletismo. En la ceremonia inaugural vimos cómo para ciertos eventos Barcelona no escatima. Hay que cuidar las apariencias. Y sacar pecho. Seguro que lo del lunes por la noche costó, por lo menos, más de lo que cobra un controlador aéreo en un mes. Es decir, muchísimo.

Lo visto en las inmediaciones de la Fuente Mágica de Montjuic fue un espectáculo televisivo en toda regla. Por eso cabe plantearse, una vez más, si este tipo de eventos se ven mejor in situ o desde casa. Yo, desde luego, me apunto a lo segundo. Porque amén de librarnos del calor vascoso y húmedo de la noche mediterránea, los planos generales y de detalle que nos ofrece la retransmisión no tienen nada que ver con los que puede captar el ojo humano desde la fila treinta y tantos de una grada. Tal vez las autoridades y los Vips vieron algo más. Para el resto, nada como seguirlo por la pequeña pantalla. Como los comentaristas Amat, Esteban y Lourdes, que estaban allí, pero seguían el hilo de lo que marcaba el monitor. Por cierto, que pocas cosas hay tan surrealistas como los guiones de estas ceremonias. Ítems conceptuales de la siguiente escena, decía Carceller: la tenacidad, el esfuerzo y la energía para alcanzar la gloria.

El ex furero Hansel Cereza dirigió un espectáculo potente, donde los acróbatas volaron literalmente sobre el agua. Y dos anécdotas. Ver a Nacho Cano parodiándose a sí mismo, tocando con los brazos extendidos los dos teclados situados a derecha e izquierda a ritmo bailongo. Y escuchar a José Montilla decir que quedaban inaugurados los veinteavos Campeonatos de Europa. Pero qué disparate. Cuántas tropelías se cometen con la lengua cuando con tal de hablar muchas se usan todas mal.