Esta semana se ha hecho público el Auto del Tribunal Constitucional por el que se acuerda denegar la suspensión cautelar de la mal llamada ley del aborto que el PP solicitó al interponer el recurso de inconstitucionalidad. Dicha decisión sólo se ha adoptado por un voto de diferencia (recuerden que uno de los magistrados falleció y no ha sido sustituido, por lo que sólo son 11 en el TC, y sólo dos mujeres). Cinco magistrados (todos varones) han formulado votos particulares expresando su desacuerdo, es decir, que si por ellos hubiera sido, la ley no se debía aplicar hasta que el TC decidiera sobre su adecuación o no a la Constitución. Quizá no les falte razón en cuanto a la interpretación que proponen acerca de la admisibilidad o no de la medida de suspensión cautelar, pero no me cabe aquí el razonamiento excesivamente técnico y quiero centrarme en la razón de fondo que esgrimen para justificar su desacuerdo con la decisión de la mayoría: el "periculum in mora" o, lo que es lo mismo, el daño irreparable que se produce si se aplica la ley y que no es otro, según estos magistrados, que la vida de los "nasciturus" (los que nacerán, pero aún no lo han hecho), lo cual supone una violación del artículo 15 de la Constitución que garantiza que "Todos tienen derecho a la vida". Una vez más, obvian referirse a que esta vida (todavía en desarrollo) tiene la peculiaridad de afectar directamente y formar parte de otra vida (ya desarrollada): la de la mujer embarazada ¿Acaso no se produciría un daño irreparable a las mujeres a las que obligases a tener hijos contra su voluntad? Cualquiera que lea estos votos particulares podría pensar que los embriones y fetos van creciendo dentro vasijas de cristal y no en el cuerpo de una mujer. Pero, claro, no se quieren meter en ese charco y utilizan argumentos falaces, como han hecho los magistrados conservadores Rodriguez Arribas y Jiménez Sánchez, que plantean si la actitud del TC hubiera sido la misma ante, por ejemplo, "una ley que, por condescendencia o acuerdo con una corriente cultural, despenalizara o regulara como prestación sanitaria la ablación del clítoris". Para empezar, plantear esa posibilidad ya supone un insulto a la soberanía popular y a la propia democracia. De otro lado la ablación del clítoris se practica a mujeres, no a hombres ni, obviamente, a "nasciturus". Y digo yo, puestos a poner ejemplos, ¿por qué el de la ablación del clítoris? ¿por qué no el de la castración? Porque no les cabe en la cabeza ni imaginárselo, pues los varones siempre han sido dueños de sus cuerpos y, además, de los de las mujeres.