Envidio a los arqueólogos. Un descubrimiento de ellos es para los restos; uno periodístico, con suerte, tiene horas de vida. Además al que acabas de decirle que es un "vivo" sueles encontrártelo ese mismo día en el sitio más insospechado, mientras que si un arqueólogo se topa a su oscuro objeto de deseo desayunando es que no pertenecía a la época romana. Como tampoco pertenecen a ella los hallazgos que han salido a la luz en Lucentum. Son cartagineses. Se confirma así que en el siglo III antes de Cristo montaron por aquí sus chiringuitos al igual que hoy en día lo hacen los chinos, aunque evidentemente es mucho más fácil seguirle la pista a los primeros. Se ha descubierto una calle de cuatro metros con pavimentaciones bien conservadas. La vía articulaba todo el sector oriental. Pero hay más. Cerca de las excavaciones de Las Termas de Popilio han aparecido dos hermosas naves alargadas que, según los especialistas, tienen toda la pinta de tiendas o bien de tabernas que formaban el principal eje comercial de la cosa lucentina. La última pieza a la que se ha tenido acceso es un arco que lo más seguro es que actuara como acceso entre las zona civil y la religiosa. Ahora, si me lo permiten, vamos a hacer un ejercicio de imaginación trasladándonos con la mente a dentro de dos mil años. Los especialistas dan con los restos de lo que fue parte del centro de la ciudad de Alicante, concretamente la plaza del Ayuntamiento y alrededores, en la época en la que estuvo presidida por la alcaldesa Sonia Castedo. Ha costado tanto llegar hasta ellos, ordenar el tráfico y analizar las funciones para las que eran utilizados cada uno de sus elementos en la revitalización de la zona, que el descubrimiento despierta un interés inusitado. El problema es que fue imposible para los arqueólogos descifrar el enigma. Gracias a ello no se removieron ustedes en la tumba.