Escribo cuando todavía quedan varios días de desfiles, bailes y demás parafernalia. Me ha llamado la atención la facilidad con que surgía este asunto en las conversaciones: la fiesta es demasiado larga y excesivamente molesta. Cada cual propone sus medidas para mitigar incomodidades o mejorar la asistencia, pues hay casi unanimidad en que la asistencia está resultando floja. Podemos acusar de "anti - festeros" a los que critican o reflexionar sobre el posible estancamiento de la misma o los errores que se cometen, si los hay.

A mí me gustaba más con grupos musicales y con las kábilas repartidas por toda Orihuela, no tan juntas en el centro. Pero son muchos los que opinan que debemos ir a un modelo similar a las sevillanas; me explico, las barracas cortan las calles, dificultan el tráfico, irritan con sus discotecas atronadoras y llenan de suciedad la ciudad. Por otro lado resultan tremendamente caras de mantener y no todas consiguen público suficiente para justificar los gastos, presentando un aspecto desolador muchas horas al día. El éxito de unas pocas o su capacidad de financiación no debe ocultar la realidad general. Algo hay que hacer.

Los festeros se llenan la boca con la palabra unidad, pero son demasiados los elementos que tienden a desunir, quizá debamos repensar la fiesta. No parece descabellado aprovechar el recinto de Los Huertos u otra zona similar. Un lugar así tiene capacidad suficiente para albergar a todas las comparsas con sus cuartelillos, a la vez que se constituye en barraca popular. Los festeros tendrían su espacio particular cuando lo necesitasen y un espacio público para los actos generales. De ese modo pueden compartir gastos y mejorar la oferta trayendo buenos grupos que amenicen las noches de jarana, se puede costear una seguridad común, se limitan las molestias y se podrían incrementar los conciertos de gran caché dentro del programa de fiestas para atraer gentes de fuera e incrementar los atractivos. El ambiente sería para todos.

En otro orden de cosas no puedo dejar de criticar todo lo que ha rodeado la elección de síndico. Mi estimada majestad no pierde ocasión para arremeter contra la figura de Miguel Hernández y hacer el bobo con balcones a la calle. Este año era y es el de nuestro poeta, que tanto nos debe, pues no hizo otra cosa en su vida que anotar torpemente lo que le dictábamos los oriolanos, cuya inspiración nos viene por eso, por ser de Orihuela; bueno a mi no, que nací en León, lo digo antes de que algún becerro empiece por ese camino. Todas las excusas esgrimidas por el grupo de gobierno son pura farsa, impostura, cuando no desprecio hacia la figura que dicen honrar y que no dejan de humillar.

Un pueblo menos amaestrado hubiera explotado ante tanta desvergüenza. Una mujer ya llevó el pájaro, Rita Barberá, en representación de bastante menos que un muerto, como lo es la señera valenciana. Nada original ha ocurrido pues, salvo el espantoso ridículo nacional mezclando a la casa real, desdeñando a Miguel Hernández y restregando sobre su memoria el último agravio: Orihuela no tiene nada que agradecerte, Pepa Ferrando dixit.

Hay que joderse. La hermosísima hija de Lucía Izquierdo hubiese sido una portadora ideal si el resabio que destila el grupo de gobierno no hubiera cerrado todo puente. Por cierto, con lo que gastamos en locales alquilados sin uso alguno tendríamos para hacernos con el legado, pero no lo queremos, buenos somos nosotros.

Para estrambote el desafiante Ripoll se presenta esperando una ovación que no podía llegar. Como algo de dignidad queda todavía, su nombre era acompañado de sonoros pitidos cada vez que alguien lo pronunciaba. Unas acusaciones como las recibidas por él, al margen de toda consideración posterior, deben ir acompañadas de la dimisión inmediata. No se trata de denuncias políticas, estamos hablando de que ejerce en libertad provisionalÉ y quiere que le aplaudamos ¡Qué cara más dura¡