Jugador en paro, 30 años, se desenvuelve por la banda, pero no se descartan otras funciones atendiendo a su envergadura; no sale excesivamente caro y dado que este año apenas ha rascado bola y por lo tanto no ha podido ser sometido a detenido estudio (algo que últimamente en su nuevo destino tampoco se contempla como necesario e imprescindible), acepta un contrato de una temporada. Y si sale con barba... San Antón. Convendría que alguien comenzara a explicar si éste va a ser el procedimiento a utilizar por el Hércules en lo que se refiere a su planificación y así ir preparando al personal. Aunque, bien pensado, el personal debería estar ya preparado dado que tampoco han cambiado mucho las formas si se echa la mirada hacia atrás y se cae en la cuenta de Pamarot, al que ahora quieren dar salida sin saber muy bien cómo. Cuesta asimilar el modelo empleado como cuesta entender qué motivo impulsó a traer el martes a Olivier Thomert, el fichaje avalado por Esteban Vigo, a la sede del club para firmar deprisa y corriendo un contrato por un solo año pese a que Ortiz quería debutar con la presentación de un jugador mediático para estrenar la campaña de abonos. Los mal pensados apuntan que al aparecer el fichaje en la matutina edición de "L'Equip" convenía acelerar la operación antes de que el máximo accionista pudiera abortarla si desayunaba al día siguiente leyendo en el periódico la estadística del extremo galo, que delata que únicamente había jugado media docena de partidos este año. Sea como fuere, y pese a seguir tropezando en la misma piedra, Ortiz parece decidido a dar marcha atrás y no contar con un nuevo director deportivo. Cenó y mantuvo una larga charla en Alicante con Nando Pons, pero acabó descartando al ex técnico del Mallorca, que le pidió 400.000 euros netos anuales por sus servicios. Ha llegado a barajar los nombres de Mandiá y García Pitarch, pero ha echado el freno. Y para eso sí debería tener prisa.