Javier Bardem y Penélope Cruz se han casado en las Bahamas por el rito saharaui, lo cual introduce un elemento solidario en una ceremonia que pecaría de vulgar con protagonistas carentes de tan acendrado compromiso progresista. Aunque la nota de la actriz -no la ha redactado ella, no se asusten- es tan escueta que casi omite la identidad de los contrayentes, parece ser que Aminatu Haidar no figuraba entre los invitados.

La boda de los Brad Pitt y Angelina Jolie latinos ha provocado un peligroso paréntesis en las causas humanitarias. Mientras dure la luna de miel en Bahamas y paraísos similares, millones de personas han quedado desasistidas, o atendidas apenas por la aportación de contribuyentes miserables a quienes encima se ha tenido que recortar el sueldo, por su escasa competitividad. En la actual situación de desamparo nupcial, un terremoto sería catastrófico para el planeta. Por supuesto, Mohamed VI planea una invasión.

La boda desatará un efecto imitación. Millones de españoles acudirán a casarse a las Bahamas. ¿Quién no tiene un amigo allí, como los Cruz? Por si alguna triste lectora carece de ese vínculo, le recomendamos el Pink Sands Resort. Un millar de euros diarios garantizan allí una estancia regia, otra cosa será que su acompañante se halle a la altura de Bardem.

La actriz vistió para la ceremonia un John Galliano que arrasaría en los campamentos de Tindouf, aunque la mayoría de novias españolas se decantan por Gucci en ceremonias similares. En cuanto retome su actividad solidaria, Bardem advertirá antes de conceder una entrevista que él sólo habla del Sahara. Encontrará un pelotón de pseudoperiodistas que accederán babeantes a sus exigencias, para despotricar más adelante contra los políticos que comparecen sin admitir preguntas.

En fin, Bardem sólo me apasiona en la sala oscura, y ocasionalmente. En cuanto a su Cruz, me desternillo con sus interpretaciones en inglés aznarista. Lo hace adrede, porque nadie habla así ni después de la primera lección. Las normas de cortesía aconsejan no encarnizarse con las contradicciones de los progresistas de Bahamas. Para mí son idénticos a quienes retozan en ese vergel y no se solidarizan con nadie, ya me disculparán ustedes la arbitrariedad valorativa.