A quien atesora mucho dinero le dicen avaro. Es el vicio que se designa con más epítetos insultantes: desde agarrado, cicatero, interesado y mezquino, hasta rácano, rata, roña, roñica, gorrón. A quien presta dinero a alto interés le llaman usurero. Los cristianos primitivos y los musulmanes hasta hoy día, consideraban ilícito y pecaminoso el préstamo con interés, decían que el dinero por sí solo no puede crear dinero, que la especulación es un pecado. Durante la Edad Media los únicos que se dedicaban al negocio financiero eran los judíos, de ahí la fama de usureros, frente a los guerreros, monjes y pequeños comerciantes de la sociedad medieval. Cuando el Renacimiento y el auge del comercio en el oeste de Alemania, Países Bajos, norte de Italia y Cataluña (de ahí la fama de roñosos de los catalanes dada por los nobles y terratenientes castellanos y andaluces) y la aparición del protestantismo que no hace ascos al préstamo con intereses, la Iglesia católica cambia de criterio y cada vez más autoriza el negocio banquero y bursátil. En cuanto a los musulmanes, permiten que el préstamo se transforme en una cuenta de participación, que nunca estuvo prohibida.

La actividad de los bancos y de la bolsa siempre estuvo muy regulada. Todo comerciante financiero tenía un banco -en sentido de mesa-, delante de su establecimiento, para efectuar sus cambios; cuando no podía devolver el dinero, sin más, se le declaraba en quiebra o bancarrota ya que se le quebraba materialmente su banco, y todos sabían que ya no podía comerciar. Con el tiempo se fue suavizando la quiebra, de tal manera que una ley reciente ya no habla de quiebra sino de concurso -como si fuera un concurso oposición o algo así-, y es que el cambio de palabras no es inocente.

La normativa de la banca era restrictiva en defensa de los usuarios, pero una mala interpretación liberal acordó, especialmente en EE UU, su desregularización, apareciendo las llamadas hipotecas basura, conocidas en ese país como subprime, que era un tipo especial de hipoteca, preferentemente utilizado para la adquisición de vivienda, y de alto riesgo pues estaban orientadas a clientes con escasa solvencia, y supervaloradas las viviendas, y aunque los bancos norteamericanos tenían un límite a la concesión de este tipo de préstamos impuesto por la Reserva Federal, se desregularizó esta actividad ya que estas hipotecas subprime podían ser retiradas del activo del balance de la entidad bancaria, siendo transferidas a fondos de inversión o planes de pensiones, y transmitidas a toda la banca mundial. Pero cuando se comenzó a subir los tipos de interés para controlar la inflación, y la burbuja especulativa inmobiliaria se desinfló, los impagos de la deuda crecieron de forma espectacular, y numerosas entidades comenzaron a tener problemas de liquidez, muchas quebraron y tanto el gobierno de EE UU, como los de Inglaterra y Alemania, tuvieron que invertir miles de millones de dólares y euros para rescatarlas y nacionalizarlas. La avaricia de los bancos produjo la crisis financiara, y luego, la crisis económica mundial que estamos sufriendo. Como siempre las ganancias son privadas, las pérdidas de los poderosos son sociales. Igualmente la Bolsa (mercado de acciones y títulos) se regulaba por normas severas: se prohibían las jugadas de bolsa o contratos a plazos, exigiéndose que sólo se pudieran trasmitir las acciones previamente adquiridas y por precio cierto, siendo intervenidas por agentes de cambio y bolsa, no permitiendo bajadas superiores al 5% en una sesión. Los agentes de bolsa desaparecieron perdiéndose el carácter personal de las transacciones, y se quitaron esas restricciones admitiéndose las opciones de compraventa y las jugadas a la baja. Así que los llamados tiburones financieros hicieron jugadas especulativas muy peligrosas para ciertos países y empresas, multiplicándose los efectos especulativos devastadores por la aparición de la informática e internet, donde por un simple rumor interesado o varias jugadas coordinadas producen la ruina de acciones o de monedas o deudas públicas nacionales. Esto es un verdadero robo por estafa, castigado en nuestro Código Penal a los que alteraran los precios del mercado o cotizaciones. Nadie conoce actuación de juez o fiscal persiguiendo estos delitos, por el contrario, dijo el jefe de la oposición Rajoy, que si nos atacan es porque estamos en una posición de debilidad por culpa de este Gobierno, y es que los avariciosos y especuladores siempre han tenido la ayuda de los defensores de la ley de la jungla.