Benidorm perderá uno de sus principales atractivos medioambientales en cuanto desaparezca el cinturón verde que rodea su casco urbano. Ha ido menguando con el paso del tiempo, pero todas las corporaciones que han pasado por el Ayuntamiento entendían que sólo se podía tocar por razones de interés general o para acometer proyectos singulares que subieran la calidad de la oferta turística. En esos parámetros podemos incluir desde el vial de la autopista hasta el desarrollo de todo lo que trajo consigo Terra Mítica, Terra Natura, el complejo hotelero Real de Faula y su campo de golf y otros proyectos que todavía se encuentran en fase de estudio. El mensaje que se trasmitía el gobierno local como si fuera una herencia intangible desde el principio de los tiempos, era siempre igual de diáfano: para hacer más de lo mismo, no se toca el pulmón verde. La idea o el proyecto de construir dos mil quinientas viviendas, aunque seiscientas de ellas sean de protección oficial, no parece reunir el mínimo de originalidad que se exige para acabar con la poca masa forestal que nos queda. Ni siquiera cuela el sarcasmo de que el proyecto incluye la creación de zonas verdes. Alguien quiere crear zonas verdes donde ya existen sin necesidad de hacer dos mil quinientas viviendas alrededor. ¿Para qué tanto esfuerzo Esa hora de elegir si se abandona una de las constantes que distinguió el planeamiento de una ciudad decidida a crecer en vertical para ocupar menos suelo y conservar su pulmón verde.