Siguiendo con conquistas de primer orden, la semana pasada se produjo una que ha pasado desapercibida en medio del follón. Por su proximidad, la consecución es más que reseñable. Resulta que el Palacio de Congresos ha sido elegido el mejor del mundo por su asociación internacional dentro de una gala celebrada en Liverpool. De los 160 recintos, el ganador se impuso a 27 finalistas entre los que se encontraban los de Sidney, Ciudad del Cabo, Montreal y Singapur que no tienen pinta de ser mancos. El reconocimiento se otorga a partir de datos de satisfa-cción de los clientes, y al parecer es fruto de un proceso de selección riguroso en manos de expertos de la Universidad de Bruselas, que también han tenido en cuenta la gestión del centro y la sostenibilidad. Los datos están ahí. En sus 12 años de actividad, el Palacio de Congresos de Foster ha dado cuenta de 1.900 eventos, con 1,3 millones de visitantes y un impacto económico de más de 600 millones de euros. Al tratarse de la ciudad europea que más ha crecido en actividad congresual en la década, la alcaldesa ha anunciado temblorosa de placer que se está trabajando en una futura ampliación de 5.000 metros cuadrados con el objetivo de atender la demanda. Ha avanzado que el proyecto se llevará a cabo bajo la tutela del reconocido arquitecto, se financiará con recursos propios y se pretende comenzar el año próximo. Comprendo que Rita se sienta orgullosa, pero esos parámetros son alcanzables para quienes están en el circuito. Lo que es inigualable es lo de Alicante, que acaba de ver rechazado el recurso de casación del Ayuntamiento por parte del Supremo para levantar el Palacio de Congresos en el Benacantil tras 11 años de litigio. Ahora ya, y después de pagar las costas, podemos descansar tranquilos y ponernos manos a la obra. Vamos a coger carrerilla y a lanzarnos. Tiembla Valencia.