El asunto del Golfo de México (British Petroleum) ha hecho correr mucha tinta. Como suele suceder, que un presidente estadounidense coma hamburguesas con un colega ruso es noticia de primera página mientras que miles de muertes sin foto y de países pobres sólo obtienen una página par, primera columna, abajo a la izquierda. Ha habido (hay) otros desastres producidos por petroleras que tienen sus dificultades en llegar a la opinión pública. El caso ecuatoriano (Chevron o Petroecuador, no discuto) fue uno de ellos, aunque ha sido el tema de una columna reciente en el New York Times harta de tanto etnocentrismo. Y el caso nigeriano (ExxonMobil) es todavía más sangrante. En ese contexto asimétrico, el Deepwater Horizon se convierte en una metáfora de muchas otras cosas que están sucediendo en nuestro mundo. Metáfora no es identidad, pero esas semejanzas me resultan chocantes.

1. Una empresa que practica la regla básica del capitalismo: abaratar costes y maximizar beneficios. Los costes son de seguridad y salariales, los beneficios son en términos del valor de sus acciones y su cuenta de resultados frente a su consejo de administración y, de vez en cuando, frente a sus accionistas, pero con todo el poder para los ejecutivos que se adjudican salarios sin negociación colectiva ni sindicatos.

2. Gobiernos que practican la política de favorecer a la empresa que crea empleo, crea riqueza e, incidentalmente, contribuye a las campañas electorales, tipo ayuda valenciana para la huida de empresas al extranjero. Cuando las circunstancias lo permiten, añaden el "menos Estado, más mercado" y suprimen aburridas regulaciones y dejan que las empresas busquen el beneficio al coste social que quieran, siempre que consigan el beneficio indicado en 1.

3. Una civilización petrolera que necesita petróleo ya que igual ya está en pleno "pico del petróleo" y lo extrae donde lo encuentra al coste medioambiental y social que haga falta. Lo hará en el Yasuní-ITT ecuatoriano y lo hará en las aguas profundas brasileñas. El riesgo cada vez es mayor, pero es superado por la combinación de 1 y 2, dispuestos a denigrar a los "ecologistas infantiles" y a los "conservacionistas exagerados".

4. Demandas de los ciudadanos para que el gobierno (e incidentalmente la empresa) haga algo, y foto de los líderes preocupándose ahora por el asunto, pero no cuando desregularon la protección. En cualquier caso, asustándose coyunturalmente aunque dispuestos a olvidarlo en cuanto pase esta alharaca mediática (¿quién se acordará del Exxon Valdez o del Prestige como para pedir medidas al respecto cuando lo que produzca titulares sea otro tema?).

5. Algunas empresas caen. Tal vez BP. Son sacrificadas por aquello de que "si queremos que todo siga como está, hay que cambiarlo todo", que diría Tancredi en El Gatopardo. Pero lo vida sigue igual.

Obsérvese que, con las debidas modificaciones en el vocabulario, se puede encontrar una descripción de qué ha pasado con la "crisis económica": 1. empresas financieras inventando productos que permitan el enriquecimiento; 2. gobiernos que desregulan; 3. civilización consumista; 4. ciudadanía entretenida con lo que se lleve en ese momento (el fútbol, los toros, los famosos); y 5. algunos "caídos", sean personas (Madoff) o empresas (Lehman Brothers). No es "destrucción creativa". Sólo "daños colaterales" contra los nuestros.

También sirve para ver qué ha pasado con las peculiaridades que ha tenido dicha "crisis" en países con burbuja inmobiliaria como los Estados Unidos o las Españas: 1. empresas practicando la regla básica del capitalismo (comprar barato, vender caro y usar el poder para abaratar la compra y encarecer la venta); 2. gobiernos complacientes que incluso fomentaban la burbuja con todo aquello del "agente urbanizador" de la ley valenciana; 3. ciudadanos dispuestos a hipotecarse; 4. posterior culpabilización de gobernantes ("toda la culpa la tiene Zapatero"); y 5. caída de numerosas empresas financieras, industriales e inmobiliarias.

Probablemente, todos estos casos tengan en común la propensión del sistema a provocar burbujas especulativas, es decir, a correr cuando se ve que se puede comprar barato y vender caro. Pero, al final, siempre hay "paganos" que tienen que pagar los platos rotos por 1 y 2 que, por lo general, se van de rositas o, a lo más, perdiendo unas elecciones o un puesto de ejecutivo, pero conservando una pensioncilla que se niega al ciudadano en 3 con el argumento de que "todos estamos en el mismo barco". ¿Les preocupa el barco? Pues no parece que mucho, vista la alegría con que se exagera o se miente con tal de satisfacer los propios intereses, suceda lo que le suceda al barco.