Si no recuerdo mal, Del Bosque fue despedido del Real Madrid por falta de glamour. Ni Valdano ni Florentino dijeron que fuera un mal entrenador, o que llegara tarde al trabajo. Insinuaron que su imagen no estaba a la altura del equipo galáctico que estaban construyendo (y con el que no llegarían ni a la esquina). Florentino y Valdano llevaban razón. Del Bosque era un tipo tranquilo, discreto, sin ínfulas (qué rayos querrá decir ínfulas). No sabíamos si poseía un Mercedes o un Seat, si vivía en una casa de vecinos o en una mansión, no teníamos ni idea de dónde pasaba las vacaciones ni con quién se relacionaba en su tiempo libre. Era poco hablador (poco sociable, si ustedes quieren), pero parecía eficaz, pues llevaba años en el Madrid sin que nadie hubiera puesto un pero a su trabajo.

Del Bosque era, podríamos decir, un antifamoso. Ser antifamoso no está al alcance de todo el mundo. La primera condición es que no seas tú quien corra detrás de la fama, sino la fama detrás de ti. Y debes huir de ella de forma incesante, aunque sin aspavientos. En realidad, lo bueno es darle esquinazo. Ocultarte entre las sombras y dejar que pase de largo. La fama es muy pesada y, si lo mereces (como Del Bosque), volverá a por ti. Pero tú debes continuar engañándola sin despreciarla. No te niegas a conceder entrevistas, no te comportas como un borde, no dices una palabra más alta que otra. Lo aconsejable es mantener lo que en política se llama un "perfil bajo", como si no entendieras el porqué de esa perra que la fama ha cogido contigo cuando ya posee trofeos del tamaño de Belén Esteban.

Del Bosque era un antifamoso perfecto. Todavía lo es. Cuando Iniesta metió el gol de la victoria, se limitó a hacer un pequeño gesto de desahogo con los brazos. La fama lo ha alcanzado de lleno, pero él continúa escurriéndosele entre los dedos, como el agua. Del Bosque es un genio de la antifama y un seleccionador superlativo. Alguien que lo dejó escapar (peor aún: que lo echó) teniéndolo en su plantilla no es de fiar. No sé muy bien a qué se dedica Florentino (aparte de a amasar millones), nunca lo he sabido, pero francamente, servidor no le compraría una moto, ni siquiera una moto con glamour.