Lunes

Treinta y nueve escalones

Cuando lean estas líneas, la selección española ya habrá jugado el partido por el tercer y cuarto puesto o se dispondrá a taconear con Holanda o Uruguay. El sábado eliminamos a doscientos paraguayos (aquello no era un equipo, sino una compañía de tropas especiales) gracias a un gol que hizo justicia al espesor mental con que deambulamos últimamente. Aunque parezca un ejercicio de derrotismo, un equipo tan abotargado que logra incrustarse en semifinales debe de ser necesariamente un equipo «ganador» y esto se percibe en dos detalles: mientras la selección de Ghana no sabía que Abreu había lanzado «a lo Panenka» sus últimos ocho penaltis, Reina le gritó a Casillas cómo suele chutarlos Cardozo; en segundo lugar, conseguir el gol tras tres tiros al palo parece una jugada de críquet y no de fútbol. Marca la frontera entre la predestinación y el milagro. Si usted es calvinista, la selección está predestinada; si es católico, el Apóstol Santiago jugó en los juveniles del Atlético Galilea. En cualquier caso, la victoria está garantizada.

Martes

Brigada de limpieza

Por algún motivo inexplicable, no logro imaginar a Ripoll entrando detenido en una comisaría, pero sí saliendo de ella. Me resultan tan inverosímiles el rostro sin afeitar, los ojos desconcertados y las manos esposadas como unidos al paisaje la sonrisa picarona, el polo perfectamente planchado y el ademán imperturbable de quien nunca se sabrá si ha prestado declaración o descubierto una placa inaugural en la sala de interrogatorios. El reverso es Ortiz, a quien ya sólo visualizo con su abogado o con el capitán del Hércules. Estas sensaciones contradictorias son menos personales de lo que pudiera pensarse: en Elche, la detención del presidente de la Diputación ha alegrado la mañana a sus compañeros del PP y provocado un silencio angustiado en el PSOE. De una parte, la política hace extraños compañeros de sumario; de otra, la expresión «contrata de basuras» acarrea brotes histéricos en cualquier lugar.

Miércoles

La sinfoníA

Mozart ha derrotado a Wagner. Por razones cardiovasculares, me he refugiado en el aseo de casa convenientemente alejado de televisor y radio durante la primera parte del partido. Para las incidencias favorables contaba con un vecino que acostumbra a lanzar un cohete y admito que su silencio me ha vencido en el descanso. He salido a la calle, donde sólo la ausencia de matojos arrastrados por el viento impedían confundirla con el escenario de un «western», y finalmente me he colocado las pinturas de guerra en la cafetería. Oigan, una semifinal mundialista merece cierta solemnidad circunspecta y los españoles sabemos adoptarla cada cien o doscientos años aproximadamente. Ha marcado Puyol en una jugada que nos describe: de cabeza y rodeado de cinco rascacielos alemanes. Ha estallado entonces un cohete y una turista sueca ha roto a llorar junto a veinte o treinta españoles: a ella le asustaba la pólvora; a nosotros, la derrota.

Jueves

El sumario mágico

Aunque Conde-Pumpido asegura que hay más cargos públicos del PSOE que del PP investigados por corrupción, una redada selecta da mejores resultados que Alarte. No recuerdo ningún caso en que un juez haga público que no tiene nada que ver con unas detenciones relacionadas con un sumario que él está instruyendo. Bueno, ese sumario tiene apenas menos antigüedad que el del asalto al tren de Glasgow y esto sólo puede significar tres cosas: que Ripoll se incorporó tarde a la trama, que la policía lo averiguó mucho más tarde o que de alguna forma había que celebrar San Fermín, los mundiales y el debate sobre el estado de la nación. El problema cuando se trata de ganar elecciones por lo civil o por lo criminal es que uno olvida avisar al juez pero no a los telediarios. Naturalmente, la clave reside en esa cacharrería mediática y no en si Ripoll es inocente o culpable, un dato irrelevante que se conocerá cuando Leire Pajín sea presidenta de honor del PSOE.

Viernes

De cefalópodos

Un amigo adicto a estos menesteres me recomienda dos videos en youtube: un pulpo vidente que profetizó la victoria de España en semifinales y el programa de «La noria» en que se ocultó a los espectadores los resultados de una encuesta en directo que daba la razón a Esperanza Aguirre frente a los huelguistas del Metro. En realidad, ambos episodios parten de las premisas de que a los pulpos les importa el fútbol y a cierto periodismo lo que opina la gente. Una es más falsa que la otra, claro, y el pulpo sale bien librado de la comparación. Pero el pulpo sólo puede aspirar a un sacrificio digno: tiene origen español, trabaja en Alemania y cinco cadenas han retransmitido en directo su zambullida en pos del certificado de imbecilidad colectiva. Bien mirado, es el único personaje que mantiene la dignidad porque no le interesan ni el fútbol, ni las basuras, ni las cuotas de pantalla, ni el cohecho, ni…aúpa España.