Una vez masticada la gran excitación vivida en las últimas horas, con la calma y el aplomo necesarios para diseccionar lo que está pasando, no tengo más remedio que situar la cuestión en sus justos términos y decirles lo siguiente: ¡Oé, oé, oé, oé, oé, ooooé, oé! Dicho esto, lo inmediato es tranquilizar a la parroquia y apuntar que, en contra de lo filtrado por un medio holandés preso de la desesperación, el pulpo no se ha pronunciado. Es mentira, por tanto, que haya vaticinado la derrota de España. El propio dueño ha asegurado que Paul no hablará hasta hoy. Quien tampoco ha hablado, que yo sepa, es Merkel y esto sí que me preocupa. Como se ponga flamenca con el asunto nos puede dar con el diferencial en la cara en el momento menos indicado. Moratinos, sin embargo, se ha explayado contando con pelos y señales cómo vivió la victoria en La Habana al lado de Raúl Castro y la explosión de júbilo que mostró el dirigente cubano celebrándola es de suponer que con el puño cerrado. El responsable de Relaciones Internacionales del pepé, Jorge Moragas, parece inclinado a pedir explicaciones. Florentino, en cambio, no las necesita. Se muestra entusiasmado con el desarrollo del Mundial. Los datos, desde luego, conducen al optimismo. Por citar algunos de ellos habría que destacar que, mientras el club de Chamartín no deja de lucirse en la Champions, el nombre del que ha conducido la selección a cotas jamás alcanzadas no es el de Queiroz sino el de Vicente del Bosque. También resulta que los goles en el campeonato son exclusiva de jugadores del Barça. Y lo más esperanzador quizá sea el hecho de que las escuadras que se han enfrentado a España con el único afán de destruir para que ésta no despliegue su juego lo han hecho en la onda patrocinada por Mou. Florentino, de cualquier manera, no es tan fácil de sumergir. Cuentan que ya anda detrás de hacerse con el pulpo.