Mal harían los consejeros socialistas de la CAM en reeditar la alianza con los zaplanistas con tal de sacar provecho político de ello. No están las cosas para hurgar en la herida, no corren buenos tiempos para los elegidos como acompañantes en la revuelta. Si en la anterior ocasión no se logró nada positivo ni para la entidad ni para los ciudadanos, si acaso para alguno de los consejeros en el plano personal, volviendo las aguas a su cauce, pero no sin antes ofrecer un nuevo espectáculo desde los despachos de poder de la entidad alicantina -y todavía hay quien se queja o no entiende la caótica situación de la CAM-, en la presente el recorrido que tienen los llamados consejeros del núcleo duro es tan breve que de lo único que pueden echar mano es de la alharaca y el ruido mientras enredan sin un objetivo claro que beneficie a la CAM o a sus impositores.

La implicación del presidente de la Diputación y del Partido Popular en Alicante en un caso de corrupción, además de cubrir con un manto de escándalos a las tres provincias de la Comunidad con Camps, Fabra y ahora Ripoll al frente, debiera hacer pensar a la escasa representación del socialismo en la caja alicantina si vale la pena arriesgarse a ir de la mano en ciertos asuntos con estas amistades peligrosas. El dime con quién vas y te diré quién eres se hace en esta ocasión tan patente que el rédito de una operación de alianza como la que se barrunta en el seno del consejo contra parte del Partido Popular, la mayoritaria y controladora del poder político oficial y orgánico en la Comunidad, no conllevaría más que a una prueba más ante los ciudadanos del poco respeto que hacia ellos y sus instituciones tienen los políticos en general.

Todos saben que las denuncias que a última hora se están poniendo sobre la mesa con respecto a la pérdida de poder de decisión e influencia de la CAM, sus directivos y órganos de gobierno en el SIP pactado sobre todo con Cajastur, no tiene vuelta atrás, y que las consecuencias de poner en aprietos la fusión fría en la que la caja alicantina ha quedado congelada por doce años y los que vengan, no serían otras que una intervención del Banco de España, en la que quedaría en evidencia no solamente la pésima gestión de sus profesionales de primera fila -comité de dirección-, sino la responsabilidad del Consejo de Administración en su conjunto, que no ha sabido ni querido controlar y/o vigilar la actuación del equipo directivo. Todos sin exclusión son culpables de la situación en la que se encuentra la CAM, unos en mayor medida que otros, pero nadie puede exculparse aduciendo desconocimiento en temas que tenían la obligación de conocer de primera mano.

Las consecuencias políticas en el ámbito electoral se conocerán en un año escaso cuando afrontemos la municipales y autonómica en junio próximo. Todo se andará, el pueblo soberano como ha venido haciendo desde la recuperación de la democracia tendrá la última palabra. Pero hasta entonces, aun con la mancha de la corrupción de los populares extendida de norte a sur, desde La Plana hasta la Vega Baja y sus luchas intestinas por añadidura, el comportamiento que espera la ciudadanía del partido que aspira a relevar de las instituciones a los populares se aproxima más a la prudencia que al empeño de enredar junto a quienes están bajo sospecha y con los tribunales llamando a la puerta de sus casas.