La crisis económica tiene entre sus peores consecuencias los malos datos de empleo. En España tenemos cuatro millones de personas en paro, otras cuatro millones con un contrato temporal y el 90% del empleo creado en el último año es temporal. Sin olvidar los 800.000 jóvenes sin cualificación que fueron mayoritariamente expulsados del mercado laboral con la crisis en la construcción.

El 2 de junio el presidente del Gobierno afirmaba que "la reforma laboral es necesaria para ayudar a crear empleoÉ y que haya mucho más trabajo indefinido que precario".

La situación económica que vivimos ha obligado a tomar muchas decisiones que afectan a la vida de la ciudadanía y que tienen como objetivo salir de esta crisis en las mejores condiciones, apoyando más a quien peor lo está pasando pero poniendo, al mismo tiempo, reglas que impidan o dificulten que esta situación vuelva a repetirse.

El conjunto de reformas que se están adoptando, financiera, fiscal, modernización y austeridad, hay una imprescindible: la reforma laboral. Una reforma pensada para esos cuatro millones que tienen un contrato temporal y los cuatro millones que no tienen empleo.

Una reforma que no significa ninguna pérdida de derechos para los 15 millones de personas que tienen un contrato indefinido.

Nuestro mercado laboral cuenta con dos décadas y no se corresponde con las necesidades actuales. Un sistema dual que guarda grandes desequilibrios entre contratación indefinida y temporal además de mecanismos demasiado rígidos para poder adaptarse a las necesidades del mercado.

La reforma busca en primer lugar favorecer la contratación indefinida ampliando los colectivos que pueden tener acceso a este contrato, vigente desde 1997. Ahora se añaden los trabajadores que lleven al menos tres meses en paro o que los dos años anteriores hubieran tenido un contrato temporal. También se hace a través de limitar las contrataciones temporales, introduciendo limitaciones como limitar a 36 meses máximo o haciendo más estricto el encadenamiento de contratos temporales.

Todos los trabajadores que pasen con esta reforma de un contrato temporal a indefinido pasarán de 8 días de indemnización por año a 33 días por año. Sin olvidar que se incrementa un 50% la indemnización que se paga al finalizar los contratos temporales pasando de 8 días hasta alcanzar los 10 días en 2012 y los 12 días en 2014.

En segundo lugar, la reforma pretende dar y aumentar oportunidades a jóvenes y recuperar empleo en parados de larga duración. Se hace a través de incrementar las bonificaciones empresariales para quien contrate jóvenes y desempleados de larga duración. Pero también ampliando derechos garantizando como mínimo el 100% del salario mínimo interprofesional en el segundo año para los contratos de formación.

En tercer lugar, busca eliminar obstáculos que impiden la creación de empleo o favorecen su destrucción. A partir de ahora se podrá optar en los expedientes de regulación de empleo, los desgraciadamente conocidos ERES, por fórmulas de reducción de jornada que eviten el despido pero garanticen el cobro a través del desempleo y a su vez las empresas obtengan bonificaciones en sus cuotas empresariales. Conviene ser claro en esta materia. La reforma busca dar soluciones para no tener que cerrar empresas. Los problemas económicos derivan en problemas de viabilidad empresarial que terminan en ocasiones en cierre de empresas. Se necesita más flexibilidad que no quiere decir menos derechos. Flexibilidad es tener más opciones que sólo el cierre de una empresa.

En cuarto lugar, cambios en materia de despidos. No se abarata el despido. Se ajusta en aquellas empresas que justifiquen debidamente una situación económica negativa. El trabajador seguirá recibiendo lo mismo, ni un euro menos, pero ahora una parte, 8 días, por el Fondo de Garantía Salarial (FOGASA) que se nutre de las cotizaciones empresariales, y el resto la propia empresa.

Hubiésemos deseado que esta reforma fuera producto de la Mesa del Diálogo Social. Así lo intentamos y propiciamos hasta el último minuto. Pero no ha sido posible. Meses de diálogo no han dado el resultado deseado para alcanzar un acuerdo pero éste no podía detener una reforma imprescindible para crear empleo pero no ha sido tiempo perdido. Mucho de los frutos de esos meses de diálogo están hoy dentro de la reforma.

No se puso ningún límite al diálogo, ni en plazos ni en posibilidades. Ha sido un proceso absolutamente transparente, informando a la oposición de los pasos que se estaban dando.

La convalidación y su tramitación en el Congreso de los Diputados, da la oportunidad, no sólo de mejorarlo en el debate de enmiendas, sino de abrir un camino más hacia nuestra recuperación.

Los grupos parlamentarios tenemos por delante una gran responsabilidad y poco tiempo que perder. La ciudadanía prestará atención a la actitud en el debate y las propuestas que se hagan. No se trata de que pierdan unos para que ganen otros, se trata de que gane nuestro país. Agilizar y contribuir en este proceso es abrir posibilidades de futuro cuanto antes.

Sin ser demasiado optimista pero tampoco lo contrario. Algunos datos económicos de mayo nos sitúan en el quinto mes consecutivo que aumentamos el superávit de la Seguridad Social y llevamos dos meses consecutivos reduciendo el déficit. En empleo este viernes se confirmaba que durante el mes de junio, más de 80.000 personas han encontrado un empleo siendo el tercer mes consecutivo que desciende el paro. Estamos haciendo bien los deberes. Así nos lo reconoció la Unión Europea y organismos internacionales como el propio FMI.

No debemos distraernos ni con falsos rumores ni con especulaciones. Debemos seguir trabajando desde la transparencia, la confianza en las instituciones y la ciudadanía y, sobre todo, desde la unidad política.

Y en esa unidad además de los grupos parlamentarios vamos a necesitar de empresarios y sindicatos que estoy segura, serán los primeros en ponerse en la tarea.