Últimamente, en el Salón de Plenos se hace uso con frecuencia del recetario popular. El alcalde ha puesto de moda un refrán torrevejense, que yo, tan torrevejense como él, nunca había oído. Ni yo, ni casi nadie. Lo de "tontos, rollicos y madalenas", dirigiéndose a mí. Se abrió la veda y por la piel de algunos concejales comenzó a sudar la mala educación. Alguien a quien no quiero nombrar añadió a las magdalenas, lo de "tontasos", esta vez dirigido a las filas de los concejales verdes.

Pero lo del pleno de ayer superó las expectativas. Ante una demostración por parte de Domingo Soler, el concejal expulsado por ser el rival del alcalde, de cómo se leía en un pleno un currículum (el suyo), nuestro alcalde acompañado por el señor Albaladejo entró en un cerrado aplauso, tratando de contagiar al resto de concejales y poner en ridículo a Soler. Lo que ocurrió merece un análisis: El señor Soler, dejó patente que sólo dos habían aplaudido y se dirigió a los palmeros como Pelé y Melé. Sólo por estricto protocolo se entiende que el primero, o sea Pelé, el alcalde, siendo por lo tanto Melé el concejal Albaladejo. La segunda observación es que el resto de los concejales no aplaudió, lo que demuestra, o bien, que Soler se está ganando el respeto de sus compañeros del PP, o quizá, que esas muestras de mala educación quieran alejarlas de su discurso. La tercera es quizá la más interesante. He oído mandar callar al público cuando éste se ha dejado oír en un pleno, y he oído mandar callar también cuando, por alguna cuestión, los ciudadanos han aplaudido. A partir de que el alcalde (Pelé), con su compañero Albaladejo (Melé) aplaudieron a Soler, ni Pelé ni Melé están autorizados moralmente a exigir que los ciudadanos que quieran aplaudir no lo hagan. La mala educación arrastra a quienes la practican. Ya conocemos a Pelé, identificamos también a Melé, nos falta saber quién es el hijo del "Che". Y este sí que es un refrán torrevejense, señor alcalde, no el de "tontos, rollicos y madalenas".