El que fuera, en la década de los años veinte del pasado siglo, el Hospital Provincial de San Juan de Dios, tras el cese de su actividad sanitaria a finales de los ochenta, pasó, con el alborear del siglo XXI, a ser el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ), en ese acierto que es recuperar los edificios emblemáticos de nuestras ciudades para darles un uso, con el que sigan aumentando y engalanando nuestro rico patrimonio histórico artístico y cultural.

El amplio edificio, obra del prestigioso arquitecto Juan Vidal Ramos, se ubicó en el barrio del Plá del Bon Repós, en un entorno paisajístico muy acorde con ese prístino espíritu sanador, para el que fue concebido.

Circundando por huertas, muy cerca de nuestro mar Mediterráneo, que siempre es una invitación gozosa a la vida, y en contemplación permanente de esa otra seña de nuestra identidad como alicantinos, que es el majestuoso castillo de Santa Bárbara, que enseñorea nuestro mirar.

Desde principios de los años noventa, hasta su inauguración como el MARQ, en el año 2000, se aunaron muchos esfuerzos e ilusiones por aumentar la oferta cultural de nuestra ciudad. Para deleite, tanto de residentes como de foráneos, con esta nueva apuesta museística, que ha sabido conjugar de forma magistral, la exposición tradicional de los hallazgos arqueológicos, con la tecnología más puntera, para hacer unos espacios llenos de atractivo, donde asistimos a un espectacular despliegue escenográfico, audiovisual e interactivo, que nos adentra en el sugestivo mundo del pasado de una forma muy amena, didáctica y divertida, no exenta del rigor científico, avalado por el espléndido equipo de arqueólogos de la Universidad de Alicante, siempre atento a cualquier innovación que se produzca -tanto dentro de nuestro territorio como fuera de él- para hacérnosla partícipe.

Todo este esfuerzo, se vio recompensado, no sólo con la respuesta entusiasta de los visitantes, sino que trascendió fuera de nuestras fronteras, convirtiéndose en un referente museístico de primer orden, como así quedó reconocido con el premio del Mejor Museo Europeo concedido en el año 2004.

Son muchos los atractivos de este museo, que desde su entrar en él ya nos fascina. Con una primera sala dedicada a la Prehistoria, en la que disfrutando de todos los sentidos, nos hace muy fácil comprender cómo fueron esos primeros "andares". Nuestros primeros logros como especie inventora, de alma y mente inquieta, que se interroga, y no se para hasta encontrar respuestas, a los múltiples interrogantes y retos que nos plantea la vida.

El paso por las distintas salas, en consonancia con el discurrir del tiempo histórico: cultura ibérica, romana, medieval, moderna, contemporánea, participan, todas ellas de este impulso vanguardista, de conjugar sabiamente pasado, presente proyectándolo hacia un futuro, más que prometedor.

Si este recorrido es inolvidable, las tres salas -también permanentes- dedicadas a mostrarnos el método arqueológico: la sala de la Arqueología de Campo, la dedicada a la Arqueología Urbana, y la sala de la Arqueología Subacuática, nos permite adentrarnos en las técnicas que utilizan los arqueólogos para desentrañar los enigmas de un pasado que el tiempo y los avatares ocultaron en las entrañas de la Tierra.

Un museo que nos sorprende por su originalidad, por su atractivo didáctico, por su novedosa apuesta museística. Se concibe así, el museo como algo vivo. Como un fluido vital que se nutre de la savia joven -que fomentada desde la más tierna infancia- se va incorporando y que con criterio acertadísimo ha hecho suya el MARQ esa máxima de "enseñar divirtiendo" para lo cual no escatima ni esfuerzos ni recursos imaginativos ni económicos. Y organiza a lo largo del año, atractivas propuestas a la participación de los colegios, con talleres didácticos sobre las diferentes culturas: prehistoria, cultura ibérica, romana, medieval. Concursos de cuentos, escultura, dibujo. Juegos. Excursiones a los yacimientos de Lucentum, la Illeta con "visitas animadas" que de la mano de monitores-guías, les transportan de forma muy amena a nuestro pasado. Sin olvidar a los ya no tan niños a los que nos ofertan con interesantísimas conferencias, conciertos, excursionesÉ en ese loable propósito de hacer del MARQ, un museo para la armónica convivencia en la enriquecedora diversidad, que formamos el singularísimo primate que somos.

Por si todo esto fuera poco, con frecuencia nuestro museo nos sorprende con magníficas exposiciones temporales, de recuerdo imborrable. En este año 2010, cuando aún "llorábamos" la marcha de esa belleza que del cuerpo humano hicieron los helenos un canon que exportaron al resto del mundo, nos llega la alegría de tener entre nosotros una exposición sobre el fascinante y enigmático "Don del Nilo": Egipto, y en la que se han aunado, no sólo ilusión, trabajo, recursos tecnológicos sofisticadísimos como los escáneres para explorar en el misterioso proceso de momificación, sino que ha incorporado el toque sensual de las fragancias, de esos perfumes que tanto gustaron a las culturas que nos precedieron.

Un museo cuyo edificio nació para sanar el cuerpo, y que ha tenido su sabia continuación en saciar -deleitándonos- la más que saludable curiosidad humana. Sin duda, que nuestro insigne arquitecto Juan Vidal Ramos, al cual se le honró en el barrio del Plá, con una calle que nace y desemboca en su obra, se sentiría orgulloso de ese Renacimiento en su nueva función: eje vertebrador, vaso comunicante entre el pasado, presente y futuro. Lugar de feliz encuentro.

En este proyecto colaboraron y colaboran con un entusiasmo y generosidad que les honra, desde instituciones públicas como la Diputación y el Ayuntamiento de Alicante a entidades privadas como Caja Murcia, Ainsa,É y un buen número de personas de todos los ámbitos sociales. Sumémonos a todos ellos. Demos nuestro aplauso, que en gratitud y justicia merece la obra bien hecha: la obra del MARQ.