Hace casi un cuarto de siglo le conocí. Preparábamos, para la casa de cultura de Mislata, una muestra colectiva. Miquel Navarro, Emilio Martínez, Amparo Tormo y Ramón Cortés fueron tan amables de dejarnos algunos de sus trabajos. La exposición la denominamos Abierto en cinco tiempos, reunió a cinco artistas vinculados a Mislata. Se realizó durante el verano de 1986.

Rafael Martí Quinto nos dejó un cuadro Retrato de mi madre. Una madre cosiendo en una estancia, en cualquier habitación de Mislata, en cualquier calle de Valencia, en cierto lugar de la España gris en la que durante tantos años hemos vivido los que ya tenemos cierta edad. Antes del retorno de la figuración sus obras conseguían formar parte de nuestro paisaje más íntimo. En sus propias palabras "pero más que lo que comunicas, cómo lo comunicas, intentando que el qué y el cómo se encuentren tan bien compenetrados que sean la misma cosa".

Y así era. Figuras expresivas en un ambiente solitario y silencioso que nos transmiten la emoción del dibujo personal y su especial sensibilidad al color, escenas frágiles como viejas fotografías de las que nadie se acuerda en un cajón de la cómoda. Una pintura para volver a emocionarse y que nos suscita recuerdos que creíamos perdidos. La obra del pintor, en su estudio de la calle Alboraia, ha continuado durante estos años desde el silencio y el esfuerzo. La excelencia, la creatividad y el trabajo minucioso de un pintor que consigue siempre emocionarnos y que nos llega como ningún otro.

José María Bernabé fue mi profesor de Geografía Económica a principios de los años 70 en la Universidad de Valencia. Había nacido en Petrer y lo sabía todo sobre la industria del calzado en la provincia de Alicante. Profundo investigador, excelente profesor. Aún recuerdo las discusiones en clase, nosotros jóvenes antifranquistas defendiendo a Ernest Mandel y él hablándonos de Piero Sraffa.

Años después nos volvimos a encontrar y José María Bernabé era director general de Planificación Económica de la Generalitat presidida por Joan Lerma y posteriormente sería jefe de gabinete del ministro de Administraciones Públicas. Su paso por la Administración Pública valenciana también fue un modelo de gestión eficaz, trabajo y dedicación y un ejemplo para la legitimidad de la actividad pública. José María Bernabé falleció a los 57 años durante el mes de julio de 1999.

Un artista que sigue con nosotros en su estudio de la calle Alboraia, un catedrático universitario y gestor público que nos dejó hace once años. Rigor, emoción, trabajo y constancia, valores que hay que preservar. Apreciamos haber conocido a personas como éstas, de extremada modestia y discreción que transmiten credibilidad y confianza, lejos los dos a cualquier vanidad y prepotencia.

No. No todo es desechable. Hacer política, ser artista, sabemos que es siempre convivir con la decepción y, sin embargo, ese es el único camino de la creatividad y la excelencia. Unas experiencias útiles para frenar el "descrédito de lo público" que vivimos actualmente. Aunque sabemos con Cyril Connolly: "Nunca elogies, los elogios te condenan".