Una buena noticia. Parece que la Conselleria de Turisme se ha decidido a racionalizar la participación de la oferta turística de la Comunidad Valenciana en la Feria Internacional del Turismo de Madrid (FITUR-2O11). La reducción del espacio y la coordinación de los actos a celebrar figuran entre los objetivos que el departamento autonómico quiere implantar para conseguir una gestión más eficaz y económica en la próxima edición. Lo chocante es que esta rectificación se pueda considerar como una noticia. Todo debido a lo infrecuente que resultan las rectificaciones por parte de la Administración. Esta práctica no es privativa de este o aquel partido, ya que todos, cuando se encuentran en gestiones de gobierno, son poco dados a cambiar sus programas, de tal manera que cuando una actividad ha sido decidida, es muy difícil que sea desprogramada, sustituida o modificada. No estoy, por tanto, acusando a nadie en particular, ya que, según mi experiencia, lo habitual ha sido practicar el "mantenella y no enmendalla". La verdad es que resulta muy difícil al que gobierna reconocer que se ha equivocado y que lo mejor que puede hacer es cambiar de programa. ¿Por qué? Pues muy sencillo; en ese momento, en el de la rectificación, la oposición clamaría al cielo aduciendo que, como todo el mundo sabe, lo que se corrige era de una importancia vital para los intereses ciudadanos, así que "vaya una irresponsabilidad dejar de hacerlo". ¿Y los medios de comunicación? Pues lo mismo: "leña al mono". Tengamos en cuenta que al que cambia de opinión se le suele calificar de "chaquetero". En consecuencia, ¿qué ocurre?, pues que se repite una y otra vez la misma acción aunque íntimamente exista el convencimiento de que no vale la pena repetirla y que sería mejor que fuera sustituida.

Pero, ¡albricias! (jo, que antiguo). Parece que esta vez se va a producir una corrección por parte de la Conselleria y en Fitur del año próximo el espacio de la Comunidad Valenciana va a regresar a las medidas moderadas de antaño. ¡Menos mal! ¡Ya era hora! Alguien (sólo se me ocurre una persona), ha debido reflexionar y habrá concluido que si los municipios y expositores son sólo aquellos que deben estar y tienen algo que vender, con mucho menos espacio, puede haber lugar suficiente para que estos puedan llevar a cabo su labor con eficacia. (Se nota que "alguien" hay que conoce por dentro las ferias y sabe valorar la participación en ellas). Muy bien pensado y, lo que es más meritorio, muy bien rectificado.

¿Qué riesgos existen? Pues que lo de antaño no sea tan retrospectivo que nos coloque en un pasado en el que más de una docena de los principales destinos de la Comunidad Valenciana exponían al margen del espacio autonómico, incluso en diferentes pabellones. No deberíamos olvidar que la unidad ferial se estrenó en Fitur de 1996 (hace cuatro días), y que desde entonces cada año ha habido que abortar los intentos de más de un municipio o zona turística de independizar su stand, de salirse de la unidad regional. La historia es muy cabezona y siempre existen tentaciones para repetirla. Sería un riesgo añadir incentivos en forma de motivación que acabaran dando pie a que algún territorio rompiera la baraja. ¡Cuidado! Provéanse de grandes dosis de prudencia, mano izquierda (sentido común, vamos) por parte de todos.

Supongo que, una vez lanzados por el camino de la lógica y la reflexión, la política de promoción podrá elaborarse a la luz de los correspondientes análisis de conveniencia, no sólo en lo que se refiere a ferias sino en todas las actuaciones para ver si las mantenemos, las anulamos o las corregimos. Pongamos como ejercicio una de las más facilitas de estudiar: la valenciana TCV (Feria Internacional del Turismo de la Comunidad Valenciana). Pocas justificaciones se van a encontrar para seguir apostando por esta feria; así que, lo más lógico sería dejarla en manos del libre mercado y que exponga quien crea que le conviene, dejando que se juegue sus dineros, sin que medien apoyos tanÉ "entusiastas" por parte del departamento autonómico de turismo para incrementar falsamente la presencia de municipios, empresas y entidades en ella. Las instituciones feriales tienen como misión principal crear riqueza para su ciudad a base de que sus eventos resulten rentables para las empresas expositoras. O sea que la pervivencia de una feria es una cuestión que atañe a organizadores y expositores. (Si algún ente de promoción de los grandes destinos y marcas de la comunidad valora positivamente su presencia en la mencionada feria que lo diga). La Administración ya ha demostrado su compromiso generoso creando los recintos y demás infraestructuras (bueno, también se gasta unÉ "piquito" en la promoción institucional del ente ferial), pero el éxito a largo plazo de una feria radica en que se haga negocio, que atraiga a los expositores convenciendo. Eso es lo que ocurre en las ferias en las que hay bofetadas por conseguir espacio (aunque ya van quedando pocas), ¿o creen que Fitur atrae por los incentivos que la administración autonómica madrileña aporta? Madrid ofrece otras cosas.

Pero, repito, en el turismo valenciano ahora tenemos experiencia en temas feriales. Y, que se rectifique la insulsa inercia establecida demuestra, además de conocimientos, valentía. A partir de ahora no va a haber excusa. Lo difícil era abrir el melón y la Conselleria ha iniciado el camino de la reflexión, la sensatez y la rectificación en el tan controvertido -y opinado- tema de las ferias turísticas.

Pues bien, ahora ya sabemos que podemos replantearnos los programas de promoción, su naturaleza y dimensión. En consecuencia, vamos a obtener ahorros por aplicar estas nuevas maneras, cosa que con la crisis y los recursos que hay que administrar, no nos va a venir nada mal. Pero, en turismo no hay que plantearse la austeridad mirando hacia el lado de la promoción. Mejor escatimar en otros campos, nunca en aquellos que tienen efecto directo en las ventas. Una caída de ventas sería lo peor que nos podría ocurrir, así que ya estamos buscando -la Conselleria, claro- alternativas, incorporando nuevas acciones en las que invertir, al menos, lo que nos vamos a ahorrar en este nuevo escenario corregido. Y, si hace falta modificar más cosas, pues a ello y a inventarse de nuevas. Sabiendo que podemos rectificar no hay nada que temer. Al año que viene seguro que nos saldrá mejor.