Alicante es una ciudad aún por definir. Evidentemente todos sabemos que nuestra historia, nuestra cultura, es algo más que la super explotación de la costa, ¿pero donde están los signos que nos la rebelen? Gracias al MARQ conocemos nuestras manifestaciones culturales de hace tres mil y cinco mil años, pero, sin embargo, una mayoría no sabe quiénes son Abad Miró, Pérez Pizarro, Xavier Soler,.... pintores protagonistas importantes de nuestro tiempo. Tenemos el ejemplo de ciudades españolas que han conseguido que la reflexión y la experiencia de los diferentes sectores sociales, económicos y culturales se reflejen en una estructura común de ciudad: Gijón, Murcia, San Sebastián, Granada, Santiago de Compostela.... Con varios museos o centros de arte que van desde sus autores más emblemáticos a la reflexión del arte contemporáneo, así como de su historia. Alicante aún no lo ha conseguido.

Pero ¿cómo se crea un modelo de ciudad que refleje la totalidad? Sólo planteando un debate público se estimularía una verdadera investigación de los aspectos en los que se relacionan todos los agentes sociales de una comunidad, proponiendo protocolos de actuación en la gestión de la cultura con el consenso de todos, es decir, con profesionalidad, con criterios objetivos. Ya hay plataformas ciudadanas que intentan negociar, sobre todo, en el tema del urbanismo y centros comerciales, pero éstas deben incluirse en un proyecto más amplio. La gestión de una ciudad, su modelo, jamás se ha puesto realmente sobre la mesa. Se realizan acciones aisladas, pero que no se construyen con una visión global, que en estos momentos la sociedad exige ante unas nuevas circunstancias, ya que lo anterior se ha demostrado obsoleto.

Queremos museos, centros culturales, que muestren y nos hagan vivir nuestra historia contemporánea, pero en qué condiciones. En estos centros se concreta un modelo de ciudad, la imagen más clara al exterior de lo que somos, y de cómo nos relacionamos con el mundo. Esta necesidad no sólo cubre un aspecto de modernidad, de diálogo cultural, de identidad, sino que es un polo de atracción para un turismo cada vez más exigente, que busca sentirse enriquecido por la experiencia cultural, de lo cual tiene una gran oferta en las diferentes ciudades del mediterráneo. Si no entramos en un debate global, en el cual evidentemente los políticos tienen todas las llaves y voluntades, si no les convencemos de la importancia de la creación de esos centros con absoluta libertad a sus gestores y directores, jamás podremos conseguir que la ciudad de Alicante salga de este marasmo de inconsecuencias, de falta de cohesión, de poca productividad, sobre algo que es patrimonio de todos los ciudadanos, como es el tesoro cultural de sus creadores.