Pues sí, ya está aquí el Mundial. Para el pan no corren buenos tiempos pero el circo ya lo tenemos, al menos para quienes gusten del fútbol que, supongo, serán varones en su mayoría, aunque cada vez sean más las mujeres seguidoras de este deporte que sólo es relevante si los que juegan son hombres. Y sobre eso quiero hacer, al menos de momento, un par de reflexiones.

La primera es una obviedad, pero sirve para ilustrar hasta qué punto lo masculino se identifica con lo universal y lo femenino con lo particular. Supongo que han caído en la cuenta que cuando nos referimos al Mundial (por no decir la Champions League o la Liga), lo hacemos a equipos masculinos de fútbol. En estos casos me viene a la mente una de las viñetas que Diana Raznovich hizo para la campaña Lenguaje para la Igualdad en la Comunicación de la Universidad de Alicante. En ella aparece un hombre diciendo: "El masculino es el universal; cuando digo el hombre digo toda la humanidad", a lo que la mujer contesta: "¿No crees que se olvidaron de que la mitad de esa humanidad somos mujeres?". En este caso no es que se hayan olvidado, es que hablamos del Mundial en términos universales o neutros que, sin embargo, no puede negarse, se refieren sólo al sexo masculino. Las futbolistas también tienen su Mundial, pero viene bien marcado por el sexo. Por si no lo sabían, también existe la Copa Mundial Femenina de la FIFA. Se jugó en China en 2007 y la próxima cita será en Alemania, del 26 de junio al 17 de julio de 2011. Pero segura estoy que no invadirá el espacio público, como sí lo hace el Mundial masculino.

La segunda me servirá como símil para reflejar la situación de desigualdad de las mujeres respecto de los hombres en todos los ámbitos. Piensen en la selección española de fútbol (masculino) ¿qué ocurriría si Del Bosque hubiera decidido enviar sólo a 12 jugadores en lugar de los 23 que componen la selección? ¿Sería la decisión correcta armar la selección sólo al 50% de sus posibilidades? ¿Protestaría por ello la afición? ¿Tendría la selección más oportunidades de ganar? Piénsenlo sólo por un momento y ahora respondan a estas preguntas: ¿puede una sociedad avanzar contando sólo con el 50% de las personas que la componen en los ámbitos laboral, empresarial, político, cultural, etcétera?, ¿es correcta la decisión de procurar contar con la totalidad de talentos, capacidades y habilidades y no sólo con la mitad o hay que arremeter contra esas medidas? El símil no es mío, se lo oí en Valencia a Michelle Bachelet pero ahora se comprende más que nunca.