Estamos en los finales: final de curso, final de temporada teatral y de conciertos, final de la Liga, de la Copa, de la Eurocopa, de la Champions, de la Copa del Rey, de las series de televisión, de la primaveraÉ Y se produce un a especie de vacío que no empezará a llenarse hasta el final (otra vez el final) del verano. Se aproxima una época en que se impone el descanso, las vacaciones de un mes excepto en Alicante, donde se vive a medio gas desde antes de Hogueras hasta mediados de Septiembre, nada menos que tres meses. Creo que los finales solo tienen de bueno o de atractivo que necesariamente dan paso a un comienzo de algo a una rutina renovada. Las incógnitas tienen su morbo. Teatralmente hemos tenido una temporada mediocre aunque voluntariosa, pero es lo que hay. Musicalmente, y como cada año, disfrutamos de un gran placer estético y de mucho interés; la Sociedad de Conciertos continúa con su impecable programación de primeras figuras internacionales, manteniendo milagrosamente un altísimo listón durante más de tres décadas. Sin embargo casi nunca se habla de ello, escasamente se valora (o se agradece públicamente) el trabajo de unas pocas personas muy preparadas, informadas y luchadoras, que dedican gran parte de su tiempo a mantener la afición en una ciudad que quedaría musicalmente huérfana de no existir esta entidad que es privada, no lo olvidemos. Quizás el futuro Auditorio Provincial de Música complete esta actividad privada, sería lo deseable. Pero eso está por ver. En cuanto al teatro, en los próximos meses se producirá la habitual sequía a excepción de las tres obras de teatro clásico programadas en el recinto arqueológico de Lucentum, donde la Diputación establece sus reales con un programa ecléctico pero sin duda atractivo, y en el que se alternará el teatro, la danza y la música, a precios más que razonables baratísimos, y que choca con la programación veraniega del Ayuntamiento que renunció hace años a cualquier espectáculo que no sea musical, y aplica precios astronómicos; como ejemplo, el concierto de Paco de Lucía se está vendiendo a 55 euros la entrada. Estamos en tiempo de crisis, pero ceder los recintos a los distintos empresarios para que programen a sus representados trae como consecuencia el que éstos marquen sus precios. El Ayuntamiento se reserva unas cuantas (muchas) entradas y se acabó el riesgo. No parece el camino más acertado puesto que hasta hace unos años existía la figura del sponsor que permitía precios asequibles a una programación variada y de buen nivel. En fin, sus razones tendránÉ Excepto en el caso del culebrón valenciano, llega el final de casi todo, aunque el mundial de fútbol pondrá algo de humedad a un verano que se prevé de gran sequedad económica, y con un poco de suerte el Hércules conseguirá el perseguido ascenso. Menos da una piedra.

La Perla. "Los finales felices son historias sin acabar" (Angelina Jolie)