Tras la andanada que le largó el tal Virosque a la solvencia de la Cam y a los métodos educativos de esta tierra sobre los que dijo que "Alicante transfiere el temor a Valencia desde los colegios", Martín Sevilla le dedicó un sentido adiós cuyas cuatro primeras líneas no tienen desperdicio: "Estimado Arturo. Leo por la prensa que te despides de la Presidencia de la Cámara de Comercio de Valencia después de 15 años. Al tener yo por entonces alguna responsabilidad en el sector recuerdo cuando entraste en ese puesto con "carácter provisional" en 1995". Permítanme que lo diga como lo siento: mientras haya ironía hay esperanza. Cuando puntales poco dados a utilizarla tiran de ella es porque se han visto al límite. A pesar de la situación que nos asola, creo que sigue siendo preferible desenfundar la palabra antes que el puño. Otro que ha debido pasarlo fatal, que ha visto cómo no pocos lo daban ya por perdido para la causa y al que era difícil imaginar tirando del recurso en cuestión para ajustar cuentas, es el campeonísimo Rafa Nadal. En víspera de la final de París y, antes de echar fuego por esa boquita contra los que han escrito que estaba acabado, contra el público francés y contra el mundo, prefirió invocar a la ironía a la hora de referirse al rival que un año atrás empezó a cavarle la fosa, esta sí provisional. "Soderling -advirtió el manacorí- ha mejorado mucho como tenista y como persona. Ahora ya hasta te dice hola". Afortunadamente, y con todos los respetos, los suecos ni sienten ni padecen. No había más que ver cómo celebraba Borg los triunfos y cómo los celebra el "número uno" de hoy en día. Mejor así para Soderling tras la que se le vino encima. Y ahora que el empresariado del "Cap i casal" -y lo que no es el empresariado- anda perplejo porque quien va a caer bajo las redes de Cajamadrid no es la Cam sino la inmaculada Bancaja, seguimos a la espera -y lo que nos queda- de que Virosque suelte su revés. ¡Ay, campeón!