Horas antes de comenzar el partido ante la UD Las Palmas Juan Carlos Ramírez estaba dispuesto a ver el siguiente partido ante el Real Murcia con la peña Jove Elx en la curva del estadio. Luego, llegó la derrota, el club decidió que los abonados pasaran por taquilla para ver al conjunto pimentonero y las peñas mostraron su protesta no entrando al campo. En apenas siete días todo el entorno franjiverde se ha tirado los trastos a la cabeza y lo que iba a ser la mejor campaña del equipo en los últimos tiempos va a terminar con una guerra de guerrillas que no beneficia a nadie y muchos menos al proyecto de la próxima campaña, que puede nacer con muchas dudas. Nadie puede negar a esta plantilla y al entrenador la gran temporada que han hecho. Tampoco al consejo su esfuerzo. Codearse con transatlánticos como Hércules, Betis y Real Sociedad no ha sido tarea sencilla y los futbolistas lo han dado todo después de unos inicio titubeantes. Ver a equipos como Cádiz, Rayo, Recreativo o Murcia luchando por la permanencia lo demuestra. Nadie puede olvidar que el sábado no podían jugar Santos, Usero, Saúl, Wakaso y Juli. Por ello, dudar de los futbolistas, como ha sucedido en la última semana, resulta a todas luces injusto. Ramírez no midió en su justa medida la respuesta que iba a tener su decisión de cobrar a los abonados, los peñistas optaron por dejar solos a los futbolistas, el técnico no dejó en buen lugar a los futbolistas tras la derrota en Las Palmas creyéndose que él era el único que ganaba los partidos... Un cúmulo de circunstancias que ha roto la sintonía existente y que ha alimentado ese monstruo que lleva dentro este club que cada año termina destrozándose así mismo sin que las cosas buenas de la actual campaña sirvan para la próxima. El Elche es una especie de Saturno, dios mitológico que se comía a sus propios hijos y que pintó Goya. Con estas premisas la futura temporada de abonos no va a ir por buenos derroteros y eso significa que no se podrá arriesgar en fichajes. Tampoco es aconsejable hacer tabla rasa y destruir lo bueno de esta plantilla, ni dejar al técnico que asuma todo el poder en los fichajes y se rodee de su equipo de afines. Las aguas deben volver a su cauce y que cada uno aguante sus egos.