Este país está enfadado. Probablemente usted esté enfadado. Yo estoy enfadado. Es la corrupción y la crisis. Es la sensación de impotencia, de mediocridad en las respuestas. Y la ausencia de gestos globales esperanzadores. Parece que de este cabreo sólo nos pueden salvar los Mundiales con la patriótica victoria de La Roja. Pues a mí hasta eso me irrita porque advierto, en algunas cosas, símbolos de asuntos más graves. Me escandaliza que las primas por alcanzar la Copa sean de 600.000 euros por futbolista patriota, que haya primas jugosas para puestos secundarios y que la prima máxima haya subido 350.000 euros en dos años. Se me dirá: se lo merecen. ¿Pero no se lo merecen los policía que evitan atentados, los bomberos que apagan incendios y los cirujanos del sistema de salud pública que sajan tumores?, ¿hay primas para ellos? No: hay recortes salariales.

600.000 euros por 23 futbolistas -muy bien pagados, con importantes derechos de imagen- son 13.800.000 euros -el Seleccionador, probablemente, cobre el doble, y ya recibirán sus gratificaciones la tribu de auxiliaresÉ-. Redondeando, el sueldo bruto de un Profesor Titular de Universidad es de 3.000 euros mensuales, por lo que con la prima se pueden pagar 4.600 nóminas. Es decir: se podrían crear muchas decenas de nuevas plazas. A cambio, el Plan Bolonia hay que ponerlo en marcha con "coste 0". Para que no se me acuse de corporativismo busco otra comparación: con la prima se mantiene la Casa Real un año y medio. Y el Seleccionador gana -primas y dietas aparte- un millón y medio de euros anualesÉ Para suavizar tanta barbaridad se dice que son dineros recaudados por la Federación, que sólo depende un 6% de los fondos del Estado. Pero la verdad es que todo esto, tan poco ejemplar, es posible por una dinámica general desquiciada que hace que la deuda acumulada del fútbol profesional sea de 5.000 millones de euros -1.666.666 nóminas de profesores universitarios, el presupuesto de la Casa Real de 588 años-. Buena parte se adeuda al fisco y a la seguridad social y para salvarse los equipos ejercen una presión insoportable sobre la administración, que acaba por subvencionar y recalificar terrenos para operaciones especulativas. En fin: que los ciudadanos acabamos por pagar esta "economía de palco". Que la Secretaría de Estado del Deporte, que lo tolera, dependa, en un gesto de populismo, de la Presidencia del Gobierno, no reduce mi enfado. Es la metáfora perfecta de cómo desde la política ni se predica, ni se propone, ni se impone, una "cultura de la austeridad", siendo más fácil echar mano de una "cultura del recorte" que atrapa necesariamente a los más débiles. ¿Que esto es demagogia? Pues si lo es sólo caben dos tipos de personas aquí y ahora: los demagogos y los idiotas.

También estoy enfadado con el Presidente de la Cámara de Comercio de Alicante que, en reciente declaración, dice que, como empresario, no debe opinar sobre "el Gürtel"É Así nos va: los empresarios con mando no son ciudadanos y prefieren seguir ignorando que la corrupción y la especulación, que a tantos coleguitas encumbró y que tan buenas cenas pagaron, es un desastre en términos simplemente económicos. El presidente de la COEPA está en el sumario del "Gürtel" -igual que El Constructor- y del de la CEOE mejor no hablamos. Estoy bastante contento de que dejen de hablarme de la fusión de la CAM, gracias a esa SIP que casi nadie sabe -yo el primero- lo que significa. Y estaría más contento si alguien estudiara el papel de la CAM en las temporadas de aventuras y concentración de inversiones en el ladrillo. Y es que ahora clamamos contra el poder de los mercados invisibles que nos acogotan y chantajean: ¿pero qué otra cosa, sino extorsionar y manipular conciencias, han hecho los visibles especuladores y socios de aquí en los últimos años? ¿Podemos esperar algún liderazgo moral de gente así o debemos resignarnos a imaginar que la crisis no tiene dueño y que la deben pagar sólo los trabajadores y pensionistas? ¿Sale alguna voz de la política que apele a estas cosas? Pues a mi me enfada ese silencio.

Y me enfada que PP y PSOE de aquí adviertan la necesidad de eliminar personal de confianza pero que no tomen la decisión, cuando bastaría con adoptarla unilateralmente. Y no digamos lo que me enfada que aquí siga sin haber planes alternativos de futuro y que el PP, sin vergüenza, se limite a sus hábitos carroñeros viendo caer al país con su enemigo. Como me enfada que el PSOE se limite a balbucir el mantra de que esto es irremediable. Y que se entretenga en encuestar al paisanaje para saber quién debe encabezar una lista municipal para no se sabe qué propósito: ¿no tiene nada que ver el candidato con el modelo de ciudad a proponer?

Pero lo que me enfada sobremanera es leer o escuchar a opinadores socialistas o palmeros de cámara repitiendo lo de la inevitabilidad de los recortes sin más ambición ni más consuelo y diciendo que son irresponsables los que convocan la huelga. ¿Dónde han estado algunos en los años de bonanza cuando podrían haber advertido al Gobierno de que vivía sobre una burbuja? ¿Me acusarán a mí y a mis compañeros de "hacer la pinza" con el PP los que sólo saben ser del PSOE como quien es de un equipo de fútbol, con adhesión inquebrantable y odio al adversario, por encima de razones y esperando las primas del cargo? ¿Me criticarán los que han perdido en el camino cualquier discurso de izquierda para sustituirlo por el lamento y la densidad intelectual del párvulo quejica? Estoy muy enfadado. ¡No falta más que me digan que no soy de izquierdas por ejercer un derecho por el que lucharon millones de trabajadores! Y que lo hicieran amenazándome con que ganará el PP, insinuando que mejor que me vaya a trabajar rumiando mis desdichas y que espere a las urnas, a las que debo acudir acobardado. Pues miren: entre otras cosas, haré huelga el día 8 para ver si se me pasa un poco el enfado y puedo volver a votar al PSOE en las próximas Generales. Y es que algunos, además de ser de La Roja, somos rojos. Qué le vamos a hacer.