Este fin de semana pasado -que es cuando más tiempo hay para leer-, al repasar las portadas de los diarios, el lector se topaba con que todo eran malas noticias a las que los maquetistas y directores intentaban, en plan compasivo, añadir algo de azúcar. Las referencias tenebrosas abundan tanto en los últimos meses que raro es el día que nos llega sin su reglamentaria ración. La correspondiente al sábado y el domingo iba desde el varapalo de las agencias de calificación de la deuda pública arrastrando hacia abajo a la española, de por sí bastante maltrecha, a la defensa numantina del presidente del Gobierno de una legislatura que anda no ya maltrecha sino descompuesta, negándose a adelantar las elecciones. Por si hiciera falta recordarlo, un diario madrileño apuntaba a que la alternativa en la Moncloa está al caer, como si eso fuese una noticia. Cualquiera puede improvisar una encuesta privada entre sus amigos y el resultado que sale es siempre el mismo: el certificado de defunción y la duda acerca de a quién cabe votar cuando los problemas y las soluciones pertenecen a galaxias distintas.

En situaciones así, panem et circenses. Pero como el pan también nos lo niegan ahora, nos quedan sólo los saltos mortales. Que si el equipo de fútbol de la Roja -vade retro- sale por primera vez como favorito en ese campeonato del continente, del mundo o del universo que se juega de continuo; que si Rafa Nadal pisa de nuevo la arena en plan torero; que si es casi seguro que Alonso logrará hacer que su coche por fin corraÉ Cuando los centímetros cuadrados que se dedican a tales acontecimientos en las portadas dominicales de los diarios superan a los del mundo de verdad, es que ya sólo cabe rezar.

Pero, ¿rezar a quién? ¿Al presidente Obama? ¿A Angela Merkel? La impresión de hundimiento es tal que ni siquiera existe un teléfono de la esperanza al que podamos acudir en demanda de auxilio. Tiempos atrás, las elecciones suponían al menos un punto de curiosidad y, en ocasiones, hasta de duda. Pero ahora se sabe de antemano que las opciones se estrechan tanto entre la bobería y la corrupción, entre los inútiles y los malvados, que nos costaría trabajo lograr un candidato de diseño incluso recurriendo a las técnicas del cine en 3-D. Las gafas necesarias deberían incluir una dosis de anestesia del sentido común para que cupiese creer que las elecciones van a arreglar algo. Así que consolémonos leyendo ciencia ficción, que es el género al que pertenecen ahora las portadas. Las Cajas de ahorros se fusionan cuando no quedan ahorros ya. Los políticos aseguran que les habría gustado hacer lo que jamás hicieron. Bruce Willis vuelve a las películas de acción ya que la acción sólo existe hoy en las películas. Todo cuadra porque la cuadratura le ha llegado incluso al círculo y, en especial, al del supuesto poder. Lo tengo decidido: yo votaría a Obama y a la Merkel como pareja de hecho pero no me dejan hacerlo, así que campeones, campeones, oé, oé, oééé, oé.