Las gemas son piedras preciosas por las que muchísima gente se siente atraída. Diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros, son las reinas del mundo mineral utilizado en joyería. Se consideran las poderosas. Igualmente apreciadas son las piedras semipreciosas, aunque su valor decrece respecto de las anteriores. La cornalina, el granate, el cristal de roca y el lapislázuli, por ejemplo, han sido también utilizados en ornamentación, como símbolos de poder, durante miles de años.

Pero el atractivo de las gemas (hoy comienza la I Feria de Minerales en El Corte Inglés de Elche), a través del tiempo, no es sólamente estético. Su valoración tiene que ver con las propiedades curativas que se les han atribuido desde épocas remotas. Así, a cristales tan conocidos como la amatista, malaquita y obsidiana, se han añadido nuevos elementos, como el larimar, la petalita o la fenacita, que se están abriendo camino hasta los comercios especializados. Son las piedras de la Nueva Era, que se han dado a conocer para facilitar el estudio de la evolución de la Tierra y sus habitantes.

Pero, ¿qué es un cristal y cómo se forma? Un cristal es un cuerpo sólido, con una configuración geométrica regular que nace en el periodo de formación de la Tierra y ha seguido metamorfoseándose a medida que el planeta, ha ido cambiando. Los cristales son el ADN de la Tierra, una impronta química dejada por la evolución. Son almacenes en miniatura que contienen los registros del desarrollo de la Tierra a lo largo de millones de años, y son portadores de un recuerdo indeleble de las poderosas fuerzas que la han conformado.

Algunos han sido sometidos a enormes presiones, y otros crecieron en cámaras profundamente enterradas bajo tierra. Unos se extendieron en capas, y otros gotearon hasta llegar a ser lo que son. Y todo este proceso afecta sus propiedades y a su manera de comportarse.

Según la forma cristalina que tomen, pueden absorber energía, conservarla, o enfocarla y emitirla, especialmente en la banda de las ondas electromagnéticas.

Hay personas muy incrédulas respecto del poder de las gemas, pero lo cierto es que existen cristales protectores como el cuarzo ahumado o la turmalina negra, entre otros, que tienen la capacidad de absorber la negatividad y la bruma electromagnética del ambiente emitiendo una energía limpia y pura.

Considerando que vivimos rodeados de teléfonos móviles y ordenadores, no es una mala recomendación llevar colgada, alrededor del cuello, una turmalina negra para contrarrestar el efecto de tanta radiación, rechazando el ataque psíquico. El ámbar y el azabache, también protegen las energías. Un gran conglomerado, o una punta de cuarzo ahumado, pueden tener un aspecto impresionante como objeto decorativo y como elemento depurador de ambientes sobrecargados, acentuando las capacidades limpiadoras más prácticas.

Situar una geoda en un lugar donde exista una fuente de bruma electromagnética o de tensión geopática, como puede ser un ordenador, objeto debilitante al uso, proporcionará inmediatos efectos energizantes a la persona que lo utiliza, mejorando la debilidad que su manejo continuado, puede producir al usuario. Comprobación facilísima de verificar.