Ardrey explica que cuando bajamos de los árboles debido a que un cambio climático diezmó la selva, disminuyeron las lluvias, etcétera, aún no éramos humanos. Los pies se fueron transformando, a aplanarse, había que aprender a caminar, a caminar y a correr, eso fue más difícil (enemigos había muchos y hambrientos). En esas circunstancias, ante la ausencia de frutas y semillas nos hicimos decididamente carnívoros y cazar víctimas de gran tamaño significó armarnos con palos y piedras, y para ello se necesitaba hábiles manos, manos para matar, esas manos que tanto tiempo después pueden tocar de manera impecable el piano o realizar las operaciones quirúrgicas más extraordinarias (lo que cuentan los fósiles y lo que aún nos ocultan).

Según Ardrey la solidaridad surgió entre los machos cazadores, que ya contaban con un cerebro más grande y con otras posibilidades de la que carecían nuestros primos. Estaban obligados a actuar de manera coordinada y se aceptaba un jefe (tuvo sus consecuencias...). A todo esto las hembras y las crías y los machos jóvenes aún no aptos para cazar, empezaron a defender un territorio, estaban lejos de los árboles protectores. Y otro factor: escaseaba el agua, agua que había que defender. Resumiendo: la solidaridad no nació precisamente de la generosidad, nació de la necesidad imperiosa por sobrevivir.

Y así fue surgiendo la cohesión del grupo, la coordinación (¿cómo matar un elefante sino?), la solidaridad: los cazadores repartían lo cazado, ellos comían primero posiblemente, pero daban de comer, el grupo necesitaba renovarse, nuevas generaciones (no sabían eso de "matar al padre"). Lo que se recogía por los campos no era suficiente, había que cazar y los pequeños animalitos daban pocas proteínas. En Alicante, "cuatro días después", miles de personas no tienen trabajo, personas mayores perciben pensiones insuficientes, inmigrantes que enviaban dinero a sus familias en sus países de origen hoy no tienen ni para comer; carecen del "colchón" familiar que tienen los autóctonos. En nuestra ciudad diversas asociaciones solidarias se han movilizado para atenuar las necesidades más urgentes, y también los Servicios Sociales del Ayuntamiento. Y conviene recordar que no todos estamos en crisis. No es lo mismo postergar lo de cambiar el coche o dejar para el año que viene ir al Caribe, que no poder pagar el alquiler, la luz o el gas.

Si es cierto que la caza, comer carne cruda (todavía no habíamos domesticado el fuego), nos fue humanizando, y como nada se olvida (el feto en un momento dado tiene branquias...), hoy tendríamos que "cazar" a los que han provocado esta crisis, quienes se siguen enriqueciendo e incubando la próxima crisis. Los más de 70 paraísos fiscales (Suiza hoy es sólo uno más y han devuelto dineros de dictadores, por otra parte, que estaban depositados en sus bancos), deberían ser intervenidos (no corresponde escribir que deberían ser invadidos por los Cascos Azules). En estos paraísos está agazapada y sedienta de ganancias el 25 por ciento de la riqueza mundial.

Es necesario que el Gobierno lo antes posible decida que los ricos colaboren. ¿Amenazan con irse del país? Es lo que han hecho habitualmente haya o no crisis, su "patria" es la plusvalía. Por otra parte, siempre hay crisis, siempre hay gente en paro o con salarios insuficientes. Este sistema vive instalado en las crisis, se alimenta de las crisis, se regodea con las crisis.

¥ Firman también este artículo Diana Andreea Sumanaru, coordinadora programas AFAS y Zohier Draïoui, coordinador programa inmigrantes .