Como dice el dicho popular, hay imágenes que valen más que mil palabras, pero aun así, cuando uno mira ciertas imágenes surgen interrogantes y confieso que una de las cosas que me intrigan cuando miro fotos del presidente de la Generalitat Valenciana, don Francisco Camps, es hacia dónde mira Camps.

Les sugiero que presten atención a su iconografía actual, no sé si será desde que estalló el caso Gürtel, o una característica de su propia personalidad, pero observen cómo en estas fotos aparecidas en el diario INFORMACIÓN los días 4 y 5 del corriente, Camps mira siempre a otro lado. Nunca mira al ojo de la cámara o de sus interlocutores. A partir de ahí, mi memoria me ha traído otras imágenes y vuelta a encontrar lo mismo, la gente mira a Camps y el mira a otro lado. Y, entonces, no he resistido la tentación de hacer algunas hipótesis.

La experiencia humana del mirar consiste en ser mirado. Esta es la experiencia del espejo y es constitutiva del ser humano. Uno mira como lo miran a uno. Se trata de un rasgo humano constitutivo de la identificación primaria. No estoy diciendo que Camps no sea humano, sino que, simplemente, él mira a otro lado. Él mira siempre a otro lado aunque por supuesto sabe que lo miran y esquiva la mirada. Fíjense en la foto con la alcaldesa de Valencia Rita Barberá y el subtítulo: "Rita Barberá protege al presidente Camps con el paraguas". Rita además le sonríe, y él ni siquiera por esas, le mira. Rita parece decirle algo con la mirada, quizá "Ay, Paquito, Paquito, que trabajo nos das", o quizá le repite la frase de su amiga Isabel Pantoja a su ex amado Julián Muñoz: "Dientes, dientes, muéstrales los dientes, que eso les jode". Él, más que sonreír, esboza una mueca.

También la mirada de Rita parece decir: "Paco que estás en los cielos, con la que está cayendo, de la lluvia te puedo proteger pero contra el Ángel maldito, que baja de la Luna, nada puedo hacer". Él, por lo bajini, desliza: "tranquila Rita, haz como yo, mira a otro lado". Sin embargo, detrás de ambos, al fondo a la izquierda de la imagen en el escenario de la vida cotidiana, hay un representante de su entorno que le mira fijamente, evidentemente crispado, con los labios apretados, casi con rabia y parece decir: "joder, este hombre parece de cartón piedra", y curiosamente, fíjense que la lluvia (acida, sin duda), cae solamente en el territorio de Camps y de Rita, los demás no llevan paraguas, quizá no lo necesiten. Evidentemente, ese que mira está un poco cabreado porque él no ha recibido ni trajes ni bolsos, simplemente hace su trabajo, mira, piensa y rabea.

Finalmente, por detrás, como en un anuncio subliminal, la propaganda del BBVA, manda cruel en el cartel, ajena a los vaivenes de Bancaja y de la CAM, los dos buques insignias de la Comunidad Valenciana. Ni siquiera Camps ha tenido vista para eso.

Y qué me dicen de la otra foto, la del día 5. Aquí Camps hace un ejercicio de mirada sublime y extraterrenal. Mientras, el resto de sus acompañantes, la alcaldesa Sonia Castedo, el presidente de la CAM, Modesto Crespo, y Manuel Peláez, utilizan la mirada para sortear el obstáculo de una cadena, mirando precisamente al obstáculo, Camps, mira a otro lado, más aún, se diría, que precisamente, lo que menos quiere mirar es a la cadena, que por un momento le sugiere la palabra encadenados, quizá lo asocia inconscientemente con la palabra "condena", en cierta forma cadena y condena se unen metonímicamente y entonces ¿qué hace el presidente Camps? Sin mirar al obstáculo, mirando por encima de la cadena-condena, levanta olímpicamente la pierna, más que nadie, mucho más que Modesto y que Sonia, eso sí, siempre mirando al frente o a otro lado, que es lo suyo, y parece decir: cadenitas a mí (aunque es más grande que la que le regaló a mi mujer, un amiguito del alma, de cuyo nombre no quiero acordarme). De frente, march.

Por todo ello, mi respuesta es que evidentemente el presidente Camps no mira hacia ningún lado, porque delante de él sólo hay el vacío. O mira hacia el futuro: la nada.