Mi compañera Carolina Pascual le hizo a principios de año una larga entrevista a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, para una de sus prácticas en la Universidad. En una de las respuestas, Sonia Castedo afirmaba: "Estoy convencida de que me meterán otra querella antes de las próximas elecciones, con la única finalidad de conseguir en los juzgados lo que no logran en las urnas"

Carolina colgó la entrevista en su blog (www.matxodelcastell.blogspot.com), y, hace unos días, el sistema automático que controla las entradas a su página le informó, tal como cuenta ella misma en el blog, de que la entrevista había recibido una visita. ¿Cuál era la procedencia? El PSPV. ¿Cuál era la razón? Alguien desde ese partido había hecho una búsqueda en Google con la frase "Sonia Castedo imputada".

Con la benevolencia de quien es suficientemente joven para poner sobre la mesa, antes que nada, ilusión, Carolina titula la entrada donde cuenta este incidente "Una casualidad más (o menos)", y procura no adjetivar lo sucedido, aunque, como además de ilusión tiene eso que los periodistas llamamos raza, tampoco se priva de echar mano de la ironía para advertir que el PSPV ha empezado a preparar su programa electoral.

Ése, efectivamente, es el problema: la contaminación capilar que el llamado caso Gürtel puede provocar entre los socialistas, lo que les esterilizaría. Quiero decir que Gürtel es un asunto serio, que puede acabar con la carrera política de un presidente de la Generalitat que hace un año aventajaba en veinte puntos a sus rivales y abrir una vía de agua de incalculables proporciones en el PP. Pero dándole la vuelta al Che Guevara, el PSPV no puede ceñir su estrategia a hacer de todo Vietnam, a que no haya nada que no sea gürtel, a que la corrupción, real o sospechada, sea el único planteamiento, el solitario plan de actuación de un partido que aspira a gobernar las principales instituciones. La corrupción es un delito que pudre los cimientos del sistema, pero su denuncia no es un programa electoral. No basta por sí misma para otorgarle la confianza a nadie. Los socialistas harán bien en llevar a los tribunales cualquier actuación que consideren punible de Castedo o su gobierno, pero quien entró en Google, si de verdad estaba reuniendo material para la campaña que se avecina, debería haber empezado por escribir en el buscador una frase tan simple como, por ejemplo, "problemas Alicante": hay, exactamente, dos millones de entradas.

El reto al que se enfrenta el PSPV es salirse él mismo de la trampa Gürtel. En ese terreno, nadie puede decir que los socialistas no hayan hecho su trabajo, incluso a pesar de ellos mismos. Quiero decir que Ángel Luna, como portavoz en las Cortes, ha mantenido una firmeza en la denuncia de cuantas irregularidades han llegado a su conocimiento digna de elogio, elogio que le ha racaneado una parte importante de su partido, más inclinado al vive y deja vivir y al acomodamiento en la oposición. Y el secretario general, Jorge Alarte, ha respaldado esa estrategia, incluso aunque ello le ha supuesto pasar a un poco agradecido segundo plano. No ha debido ser fácil aguantar la presión de todo un gobierno y la incomprensión de una parte del propio partido. Pero se ha soportado hasta el final.

Después de eso, es comprensible que Alarte y Luna vivan esperando, primero, la resolución que el Supremo dicte el 12 de mayo próximo y, segundo, lo que se derive de las actuaciones en Madrid del juez Pedreira respecto a las contratas del Consell con la trama. Pero se supone que la ejecutiva del PSPV es más amplia y tiene, o debería tener, más miras; y sobre todo que el partido, cuando menos en las llamadas ciudades medias, debería estar preparando a un año vista las elecciones y los candidatos al margen de cómo acaben los sumarios.

Da la impresión de que no es así. Los pocos movimientos que se están produciendo para hallar estrategias o candidaturas que presentar proceden de Ferraz y no de Blanqueríes, de la sede central del PSOE y no de la del PSPV. El resultado es mucho ruido, pero poco concierto.

Si hay tres puntos donde en la provincia de Alicante los socialistas se la juegan en las elecciones locales esos son Benidorm, Elche y Alicante. ¿Cómo están?

En Benidorm se prepara la vuelta del grupo municipal que tomó el gobierno con el apoyo de un tránsfuga. Con no ser eso fácil, aunque esté decidido, no es lo peor que tendrán que salvar los socialistas si quieren que las urnas les mantengan en el gobierno. Tienen que resolver la división interna que, aunque amortiguada, les atenaza (los Pajín, por ejemplo, jamás han aceptado como líder local a Agustín Navarro, pero Navarro es el alcalde y quiere seguir siéndolo) y la prepotencia que algunos concejales (Comercio, Turismo...) están mostrando en tan poco tiempo como llevan mandando. No siempre les va a amparar la peor imagen con que fue despedido el gobierno de Fenoll. De aquí a un año, lo que los ciudadanos exigirán es alguien capaz de devolver el esplendor a una ciudad que perdió el tren y hoy está ajada, cuando llegó a hacer del brillo su definición.

En Elche, la cuestión es diferente. Es la ciudad más importante que los socialistas gobiernan en la Comunidad y su alcalde, Alejandro Soler, es, no sólo el vicesecretario del partido, sino el único capaz de hablar con todas las sensibilidades socialistas. Pero el PSOE tendrá que hacer un formidable esfuerzo para volver a ganar en una ciudad industrial y de servicios mayor que muchas capitales de España después de más de treinta años gobernando y con el lastre que suponen cuatro (o cinco) millones de parados a las espaldas de Zapatero.

Y en Alicante, el problema es de imagen. De mala imagen, para ser exactos. La candidata que logró los mejores resultados de la historia, aunque perdiera por un concejal, se dio a la fuga y no hay forma desde entonces de que nadie dé cuenta de cuál es el trabajo realizado por catorce ediles frente a los quince que tiene el PP. Dos de las personas con quien la cúpula del PSOE ha contactado a la búsqueda de un candidato que oponer a Sonia Castedo, José María Perea y Valenzuela, han hecho un mismo planteamiento para la campaña: que sea limpia y que su eje sea el proyecto de ciudad. Pero en el PSPV hay quien, antes que aplicar el sentido común, prefiere buscar en Google. Es más descansado que pensar.