Esta misma semana nos hemos enterado que los padres y profesores del instituto Gabriel Miró de Orihuela han conseguido eliminar los puntales que durante tres años han coronado el sótano del centro educativo, grietas que se abrían debajo de los pupitres de sus hijos. "Sólo" han sido tres años desde que en febrero de 2007 la Asociación de Madres y Padres de Alumnos comenzó a poner el grito en el cielo de una de las ciudades de la provincia tratada por el conseller Font de Mora. Y digo que Orihuela es de las peor tratadas porque en Orihuela aún quedan alumnos de Primero y Segundo de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en colegios de Primaria. Cuatro de los cinco colegios de la provincia que aún quedan en esta situación de precariedad son de Orihuela.

Pero los problemas no sólo están en este municipio. Nos vamos a Torrevieja y nos encontramos con el colegio número 10, situado en la avenida Delfina Viudes y por nombre Las Habaneras, que lleva ocho cursos, sí, han leído bien, ocho, en barracones. Los políticos nos contaron que se abría en enero (suponíamos que de este año), pero no.

Y no nos paramos a revisar la situación de los colegios de Torrevieja números 11, 12 y 13 que, como se pueden inaugurar, están en el limbo. Los dos primeros tienen al menos nombre y el último, como se pueden imaginar no. Será por los malos augurios. No se pregunte dónde están dando clase esos niños desde hace años: sí, lo han adivinado, en barracones. ¡Vaya negocio éste en Torrevieja!.

En Guardamar nadie sabe qué va a pasar con el colegio Molivent, ese que el pasado curso se cayó un trozo del techo; ni que ha ocurrido con el de Bigastro, que desde enero ha estado conectado a un generador eléctrico; o el de Rojales, el "Príncipe Felipe" el único de toda la población, con una fosa séptica ejemplo de modelo educativo del siglo XXI.

Pues ya ven ustedes, nos peleamos por si los ordenadores que quieren poner el Gobierno en las aulas dejarán o no bizcos a nuestros niños -como dice el conseller- y a nadie se le ha ocurrido ponerles un casco.