Como muchos temíamos, se ha resuelto en sanción de suspensión temporal de empleo y sueldo el expediente disciplinario abierto a don José Luís Santiago Merino, director del IES de Monforte del Cid, con la imputación de "Grave desconsideración con los superiores" por no ordenar la retirada de una foto invertida del Conseller de Educación, bajo la premisa de que "dicho comportamiento excede los límites que el Derecho de Libertad de Expresión tiene,..., y que se aprecia en su actuación un inequívoco animus injuriandi, con el agravante de que la persona injuriada es el máximo representante..."

Hace ahora unos catorce meses, pude contemplar, como cualquier otro visitante de los Servicios Territoriales de Educación en Alicante en aquellas fechas, la fotografía del Conseller de Educación colgada en posición invertida detrás de la cristalera de una de las dependencias. Era una más de muchas demostraciones de desacuerdo con una controvertida disposición que luego han anulado los tribunales.

Recuerdo que me complació la madurez democrática que hacía posible esa escena y me vino a la memoria una anécdota ocurrida hace ya algún tiempo. En una reunión todavía clandestina, una vieja republicana, representante de su barrio en la Junta Democrática, le dijo a Luis Font de Mora, dirigente del cooperativismo valenciano y más tarde Conseller de Agricultura, Pesca y Alimentación, que la superioridad política de la República sobre el régimen franquista se manifestaba, por ejemplo, en que ella podía llamar cochino a Azaña sin que le pasara nada mientras que con Franco eso era imposible. Socarrón, Font de Mora le contestó que en tiempos de Franco ella también podía llamar cochino a Azaña sin que le pasara nada, por lo que la supuesta superioridad habría que atribuirla a otras propiedades.

Cerca de mi casa hay una panadería regida por un matrimonio argentino y en la pared tienen un tablón de corcho con sendas fotos de cada uno. Con esa habilidad innata que tienen los argentinos para el psicodrama, las fotos son utilizadas cómo termómetro de las relaciones matrimoniales. Así puede verse las fotografías muy juntas, separadas, cabeza abajo, giradas de espalda o transitoriamente ausentes para manifestar enfado, tristeza, desconsuelo o descontento.

Que miles de personas en medio de una oleada de protestas decidieran a lo largo del curso pasado expresar su disconformidad con una medida política, entre otros modos, enarbolando fotos invertidas del Conseller, sin disturbios, sin un solo incidente en meses de manifestaciones, es una muestra de moderación, de responsabilidad y de ingenio democrático y nuestro sufrido sistema político no se resiente con ello, sino que queda reforzado. Me costaría creer que los responsables de la instrucción y resolución del expediente al director del IES Las Molas no compartieran esta elemental observación.

Es imposible que tales personas no se hayan dado cuenta de que el expediente administrativo a don José Luís Santiago Merino tiene la misión de castigar ejemplarmente en una cabeza de turco al movimiento que se opuso educada, pero firmemente, a una decisión política equivocada. Da la impresión de que han escrito al dictado de paranoicas intenciones políticas que pretenden que alguien pague los platos rotos.

Las estructuras políticas tienden a suprimir cualquier forma de descontento popular y así lo conseguirían si no fuera porque ciertos actores se niegan a actuar de ese modo en los momentos clave. Los instructores y resolutotes del expediente podrían haber sido valientes desmarcándose de esa utilización política de un procedimiento administrativo. Podían haberlo hasta disfrazado de generosidad con el sobreseimiento de las imputaciones.

Muchos esperábamos un desenlace de los acontecimientos en ese tipo de escenario que hubiera abierto una ventana de aire fresco en una Consellería con ambiente enrarecido y hemos quedado muy decepcionados con el innecesario ensañamiento con el director de un modesto instituto. Los firmantes de la resolución sancionadora han sido muy miopes. El imputado recurrirá probablemente a los tribunales que, como no puede ser de otro modo, anularán la sanción. O peor todavía, en cualquier instancia política más arriba de las locales competencias administrativas que ejercen, se decidirá dar carpetazo a este lamentable episodio y pasarán a los anales de esta historieta como aquél triste inspector de la canción de Aute, que mientras James Dean tiraba piedras a una casa blanca, sólo pensaba en retirar carnés.