U sted leería un artículo titulado "La sinusitis"? Yo sí. Lo leí, de hecho, y les garantizo que tenía un arranque espectacular que cito a continuación: "Dentro de los senos nasales, cavidades situadas en el espacio interno de los huesos de las mejillas, por encima y debajo de los ojos, se producen secreciones mucosas que drenan hacia el exterior a través de la nariz". Tropecé con él en la revista Ronda, de Iberia, volando a Barcelona, y lo firmaba Ángel Álvarez, a quien no tengo el gusto de conocer. La descripción de los senos nasales me pareció fantástica, como si hablara, más que de un lugar concreto situado en el interior de la calavera, de un espacio mítico repleto de agujeros y humores y accidentes. Quiere decirse que cuanto más precisa es una escritura, más evocadora resulta, más misteriosa también, más sugestiva. Hace ya cuatro o cinco días de ese vuelo y no logro quitarme de la cabeza "las cavidades situadas en el espacio interno de los huesos y las mejillas, por encima y debajo de los ojos". A veces, en la cama, me imagino recorriéndolas bajo la amenaza permanente de una secreción mucosa en la que podría perecer ahogado. Me vienen, en instantes así, imágenes del viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, que en realidad era un viaje al interior de uno mismo.

El mundo, como el ser humano, está compuesto de "dentros" y "afueras". El intercambio de materiales entre las dimensiones interiores y exteriores es permanente. Piensen, sin ir más lejos, en la respiración. El avión donde leí "La sinusitis" iba lleno. Seríamos, no sé, 300 ó 400 personas, todas expulsando y tomando aire, algunas sudando, otras sonándose las narices o tosiendo. También hubo gente que acudió al baño para evacuar líquidos u otros productos internos. Ello sin contar con los que se comieron un sándwich o se tomaron un gin-tonic, como un servidor. Dentro/fuera, fuera/dentro, y así sucesivamente sin parar. Cada minuto de nuestra vida estamos llevando a cabo, sin saberlo, un viaje al centro de la Tierra, es decir, un viaje al centro de nosotros mismos. Bastó que leyera un artículo de divulgación científica para advertirlo. Luego fui vomitado del "interior" del avión al del aeropuerto y desde éste al "exterior" de la calle, donde fui deglutido por un taxi, etcétera.