Desde que Sedano compareció públicamente con entusiasmo para anunciar la candidatura de Alcoy a Microsoft, confieso que no lo vi claro. Era notorio en el mundillo político que el asunto estaba cocinado para Torrevieja, mientras todavía resonaba el tañido de las campañas por el homenaje del Ayuntamiento de la ciudad costera al presidente Camps. ¡Qué cosas! Aquí nombramos hijo adoptivo a Federico Trillo y apenas nos lució el pelo; allí, lo hacen con Camps e ipso facto empiezan a mojar. En este contexto, insisto, resultaba sorprendente que Alcoy se metiera de por medio, y mucho más cuando los propios promotores admitían que el asunto era "difícil". El galimatías se acrecentaba por el hecho de que la opción de Alcoy se envió por correo, sin que, como incluso llegó a pedir el presidente de la Cámara Enrique Rico, el alcalde se entrevistara con Camps para defender la candidatura. Como nuestro gobierno actúa a golpe de marketing, desde luego que si el muy honorable hubiese recibido a nuestro alcalde y presidente local del PP, nos habríamos enterado al instante. Vista la coyuntura, queda por tanto elucubrar qué se pretendía desde la cúpula de mando local con este asunto, y la respuesta es sencilla: marearle la perdiz a Trini y Rafa Miró, y de rebote a Amparo Ferrando. De no recibir este contencioso un giro inesperado -lo que vendría a ser como que tocara la quiniela y la primitiva a la vez- ya podemos esperar que en un futuro la actual consellera de Cultura será "acusada" de no haber actuado con "alcoyanía" y logrado, cual d'Artagnan versión femenina, que Microsoft viniera a esta ciudad, haciendo valer cualesquiera medios. Lo triste del caso es que para esta tormenta se ha arrastrado a la Cámara, a la Politécnica y al Hospital, cuya buena intención se presupone.