En todos los foros mediáticos y políticos se habla hoy de la crisis económica, pero en casi ninguno se alude a la crisis consiguiente de la democracia.

Vivimos unos albores del siglo XXI cargados de irresponsabilidades, porque hemos instaurado la tolerancia liberal en una sociedad falta de una educación en valores. "Todo vale", todo está permitido, no hay límites ni normas. La ética está ausente no sólo de la política sino también de la sociedad. El individuo y sus derechos han sustituido al ciudadano.

En los análisis sociológicos los políticos aparecen como el tercer gran problema de la sociedad. No es extraño en una sociedad en la que la mayor preocupación de los partidos políticos, en general, consiste en ganar votos para conseguir el poder a cualquier precio. Pero tampoco a los ciudadanos les molesta mucho la corrupción de los políticos. Sólo así se explica cómo los más corruptos sean los partidos más votados.

Recordamos el caso de algún político de Castellón que para justificar su cada vez más abultada fortuna, pretende hacernos creer que todos los años le toca la lotería. En las elecciones no importa la verdad, no importa lo que se dice (ni lo que se hace) sino quién lo dice (o lo hace). Siempre "el otro" es el responsable de una conspiración. Josep Ramoneda en su libro "Después de la pasión política" escribe cómo el poder se convierte en un fin en sí mismo y la política en una profesión más al servicio de la promoción social o del enriquecimiento personal, y es entonces "cuando la democracia se toma vacaciones y la economía se adueña de la esfera pública". Pero no es menos cierto que también se han ido de vacaciones los ciudadanos y han entrado los individuos. Los individuos nunca son responsables de sí mismos. Cuando les ocurre cualquier in-fortunio, llámese "forum filatélico", caída de sociedades financieras de alto riesgo o, incluso cualquier pedriza o temporal que afecte a sus intereses privados, el responsable es siempre el Estado (o el vecino de "arriba" que para todo hay). Sólo existen los intereses privados.

Ya Platón en su Carta VII nos dice "..siendo aún joven, pensé dedicarme a la políticaÉpero al observar yo cosas como estasÉ que en poco tiempo los que gobernaban hacían bueno al régimen anterior y así sucesivamenteÉcon mi madurez llegué a la conclusión que todos los estados estaban mal gobernadosÉporque tanto en el terreno político como en el privado es necesario ser justo y no cesará es sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos (los que saben lo que es justo y son por eso justos) ocupen los cargos públicos.

Hoy (principios de milenio), la globalización económica con sus reglas internacionales ha producido una debilidad democrática, una crisis de valores y una vuelta a los valores tradicionales: todos los partidos políticos quieren ser de centro. Y si no, "guerra al mono".

Es necesario volver a la política, volver al "animal político" (zoon politicon de los griegos), superar el hombre que se mueve por sus intereses, conseguir una identidad ciudadana, que hay que entender como un medio para el individuo, no como un fin en sí misma tan reaccionario como es el de los patriotismos. El derecho a una patria es un derecho sólo como parte de una estrategia para exigir otros derechos: calidad de vida, salud, trabajo etc, derechos que hoy están en peligro. Porque yo creo en el sabio consejo de los antiguos: "ubi bene, ibi patria", donde me encuentre bien, allí está mi patria. Y si no, ¿cuál sería la patria de todos los inmigrantes que en el mundo han sido?. Aunque siempre haya raíces culturales y políticas que nos identifiquen, el mismo Joan Fuster en "Nosaltres els Valencians" decía que el nacionalismo sólo se justifica contra a otro nacionalismo.

Cómo conseguir todo eso? Por medio del ejercicio de un pensamiento crítico y reflexivo, siendo conscientes del control de los poderes mediáticos, económicos y políticos. Hoy, que tenemos libertad de decir lo que pensamos, hemos de estar más atentos a pensar lo que se dice. Es necesario pensar el lenguaje que se nos dice. Porque, como decían los griegos (Glaucón a Sócrates)É "los hombres acostumbran a esquivar la virtud cuando se alejan del castigo" y así la Etica obligaría sólo cuando hay castigo exterior. Hay que arrebatar a los políticos "el anillo de Giges", (el anillo que en el mito de Platón, hacia invisibles los actos) y permitía que tanto los justos como los injustos actuasen del mismo modo. Arrebatar el encubrimiento de sus acciones, insistir en la transparencia, único modo de encontrar una alianza entre la Ética y la Política.