Los ciudadanos estamos atónitos ante la incapacidad de nuestros principales representantes políticos para ponerse de acuerdo en unos mínimos que consigan que España supere la difícil situación económica por la que atraviesa lo más rápidamente posible y con la menor convulsión social. Esta semana el Rey ha intentado rememorar los pactos de la Moncloa, que hace algo más de tres décadas consiguieron aunar los intereses más dispares para, en pos de bien general, sacar a este país de una complicadísima situación política y económica. Su mediación ha sido rechazada de plano por las dos principales fuerzas políticas. Es cierto que entonces eran otros tiempos porque se vivía un clima de inestabilidad política que ponía en riesgo la recién recuperada democracia y ahora, más de treinta años después, ni Zapatero ni Rajoy tienen por qué preocuparse en ese sentido porque la democracia está firmemente consolidada y cualquier relevo en el Gobierno no se puede producir de otra manera que a través del veredicto de las urnas. Ahora bien, salvada esa importantísima diferencia, entre la situación económica de entonces y la de ahora existen muchos paralelismos: entonces el paro estaba desbocado y ahora tenemos más de cuatro millones de personas sin empleo, entonces fue necesario apretarse y mucho el cinturón para evitar la bancarrota y ahora nos va a tocar hacer tres cuartos de lo mismo, entonces se comenzó a hablar de la necesidad de modificar el sistema de pensiones para garantizar su futuro y ahora estamos en la misma tesitura. En fin, entonces se vio necesario aunar esfuerzos, arrimar el hombro, llegar a un acuerdo de mínimos y ahora parece ser que no es tan importante ni para PSOE ni para PP. ¿Qué ha cambiando de entonces a ahora?