Es muy posible que cuando se publiquen estas líneas, Paco Santiago haya consumido sus últimas horas al frente de las responsabilidades que tenía encomendadas en el Ayuntamiento de Benidorm. Sin duda, habrá sido un momento difícil para él, tanto en lo personal como en lo profesional, pero también lo ha sido para cuantos hemos tenido la suerte de conocerle y de trabajar con él. Aunque pueda parecerlo, sé que no dejará atrás a los amigos, compañeros, colaboradores y vecinos, porque estoy seguro de que todos seguiremos teniéndole la misma consideración y el mismo respeto.

Todos sabemos el hueco que va a dejar. No es una vacante cualquiera, ni la de un ingeniero jefe más o menos cualificado; es la vacante de un hombre que tenía y tiene a Benidorm en la cabeza, como el plano de su propia casa. Y no sólo el mapa de la ciudad con su impresionante red de alcantarillado, sus acometidas de agua, su red eléctrica, los centímetros de capa asfáltica que cubren los viales, sino también la trastienda de todos y cada uno de los grandes proyectos de infraestructuras que se han hecho en esta ciudad, e incluso en la comarca, a lo largo de los últimos años. Y no han sido pocos.

Por su mesa de trabajo han pasado los pequeños proyectos y los más grandes hitos de la escena y del subsuelo de esta ciudad, para que hiciera el correspondiente informe técnico y siempre se aproximaba a ellos con una ilusión que no mermaba su rigor, su nivel de exigencia y el espíritu crítico con el que él trataba de pulir y mejorar las obras. Sus consejos siempre eran de aquella persona que amaba a Benidorm por encima de su carrera funcionarial.

No creo exagerar si digo que el Benidorm de las cuatro últimas décadas está en deuda con este tipo de profesionales y técnicos que, como su gran amigo y tristemente fallecido, José Ramón García Antón, han puesto algo más que su conocimiento en el desarrollo y en el progreso de Benidorm. Se han entregado a esta ciudad y han defendido sus intereses generales por encima de cualquier otra consideración y en cuantos frentes han sido necesarios. El más importante el del agua. Ambos entendieron desde el primer día que ese tesoro líquido era la base sobre la que había que levantar el Benidorm del futuro y al servicio de esa idea pusieron todos sus conocimientos. Sin agua no hay futuro, ni turistas, ni grandes eventos, ni Paseo de Poniente, ni actividad comercial y, en definitiva, sin agua no hay progreso. Y esa bandera la defendió Paco Santiago junto a José Ramón García Antón y cuantos políticos quisieron acompañarlos en Valencia, en Castilla-La Mancha, en Madrid y donde hiciera falta. A la cultura de la gestión del agua que siempre tuvo esta comarca, ellos le pusieron cifras, cálculos matemáticos, poder de convicción, diálogo, consenso y muchas horas de trabajo sentados en la misma mesa. El Consorcio de Aguas de la Marina Baixa, los regantes de Callosa d' En Sarrià, las autoridades de Beniardá y cuantos trabajaron con ellos, saben de lo que estoy hablando. Un trabajo que cristalizó en el Consorcio de Aguas de la Marina Baixa, el ente que se ha convertido en un modelo y en un ejemplo a seguir cuando se quieren optimizar y ahorrar los recursos hídricos.

Paco Santiago ha sido de esa estirpe de técnicos y funcionarios con la profunda convicción de que su trabajo implicaba cultivar un decidido espíritu de servicio público, y los políticos tenemos y debemos reconocerlo. En el Ayuntamiento de Benidorm, y hablo desde mi experiencia como alcalde, he tenido ocasión de comprobarlo, de tener la suerte de contar siempre con un excelente equipo de técnicos prestos a aconsejarte y a darte la solución más adecuada. Y en Benidorm sería bueno que muchos compartieran conmigo que más que "cazar talentos", lo importante es atraerlos y, si ya se cuenta con ellos, conservarlos.

Por eso desde estas líneas de reconocimiento a quien fue de facto su ingeniero jefe, y porque los técnicos siempre han sido piezas fundamentales en el desarrollo de Benidorm, quiero hacer extensivo mi homenaje a todos ellos.