Supongo que allá arriba debieron pensar que los animales, aquí abajo, necesitarían tanta ayuda que mejor dos santos que uno. Así, San Francisco de Asís comparte patronato con San Antón y, entre los dos, se reparten buenamente, como pueden, la tarea de ayudar a esos indefensos de cuatro patas que tan necesitados están de su protección.

Del primero sabemos que hablaba con los animales, del segundo que, el pasado domingo, celebramos su díaÉ Pero hay más.

Pese a que muchos son los que piensan que San Antón, dado su nombre, patrocina a los animales en nuestra Comunidad por su origen valenciano, nada más lejos de la realidad. Ni su Antón es un Antonio valencianizado en la rivera del Júcar, ni su nacimiento se produjo cerca de nuestra tierra. Nacido en Egipto de padres acaudalados, quiso su vocación y su fe, aislarlo de todo un mundo que ni entendía ni quería entender. Fundador de varias órdenes monásticas, se cuentan por cientos sus milagros en el mundo animal. Alimentado, por ejemplo, a diario por un cuervo que le llevaba algo de pan, relatan sus cronistas que, entre otras hazañas, curó la ceguera de una jabalí que se le acercó con sus crías. Desde entonces aquel animal, al parecer, no se separaría nunca de su lado, defendiéndolo de cuantos peligros pudieran acecharle.

Sin embargo, la representación que del mismo se hace siempre junto a un cerdo, no procede tanto de aquel hecho como de su simbolismo. El cerdo era, por aquel entonces, un animal impuro. La creencia arrastrada por judíos y musulmanes cuyo origen, probablemente, fue la terrible triquinosis, enfermedad que acababa con familias enteras al ingerir en alguna celebración un cerdo enfermo, pudo estar en el origen del tabú que la considera carne prohibida e impura. Quizás por eso, San Antón al tener como compañera de viaje a una de las representantes de tan baja estirpe, convertía su impureza en pureza, imponiendo así el bien sobre el mal.

Hoy en día San Antón es representado siempre junto a un cerdo. Patrón de los animales, lo es también de los tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, enterradores de cementerios y hasta de los carnicerosÉ Cosas inexplicables de la vida. El caso es que, cuentan que vivió hasta los 105 años pero, seguramente, todavía hoy se lleva las manos a la cabeza viendo cómo en su día se matan miles de animales para festejar su nombreÉ Claro que, en honor de la verdad, también se bendicen otros tantos dando sentido a su patrocinio. En fin, lo dicho, una festividad llenita de contrastes.