Estas últimas semanas que han transcurrido desde la manifestación celebrada en Madrid nos hemos dado cuenta que el Ministerio de Medio Rural se encuentra en la tesitura de dar respuesta al clamor popular tanto del campo como de la sociedad en general.

Hasta ahora el problema parecía existir sólo para el agricultor al ser el único perjudicado, pero ahora parece que tanto los políticos como parte de la sociedad se hayan dado cuenta que el medio rural está cada vez más abandonado, más despoblado, con todo lo que ello conlleva de una mayor dependencia económico y alimentaria del exterior y el deterioro del medio ambiente y del paisaje.

En los últimos años hemos visto como grandes empresas españolas, francesas, holandesas, etc., y alguna cooperativa, se han ido a producir a otros países, fundamentalmente al norte de África y Sudamérica, con el beneplácito, apoyo u omisión de algunos Gobiernos, e incluso por alguna organización agraria.

Ahora que estas explotaciones agrícolas situadas en terceros países funcionan a pleno rendimiento y con los bajos costes de producción que disfrutan, asistimos perplejos a discursos grandilocuentes sobre seguridad y soberanía alimentaria, globalizaciónÉy ni siquiera saben cómo actuar ni que respuesta dar ante esta situación. Cada político va por su lado, echándose las culpas unos a otros sin darse cuenta de la importancia de lo agrario como sector estratégico.

Tras unos años con esta política neoliberal basada en la famosa globalización, hay que poner los pies en el suelo y analizar la realidad de lo que ha sucedido. Desde la Unió de Llauradors nos hemos manifestado en contra de esa liberalización porque teníamos muy claro los resultados a los que se iba a llegar que se pueden resumir en que:

Los países pobres son cada vez más pobres pues se ha pasado en cuatro años de 700 millones de personas que pasan hambre a 1.000 millones.

Los países en vías de desarrollo cada vez tienen más deudas.

Los agricultores están cada vez más empobrecidos, sean de países ricos o pobres.

El medio ambiente está cada vez más deteriorado y el medio rural más despoblado, empobrecido y con una población envejecida.

El consumidor compra cada vez los productos más caros y los agricultores reciben cada vez menos.

El tejido social, empresarial y económico del medio rural es cada vez más débil y depende de sectores más reducidos.

¿Y quién sale ganando con todo esto? La respuesta es sencilla: los pocos pero poderosos magnates de las multinacionales que han diseñado y auspiciado estas políticas, que han influido en los gobiernos para lucrar a sus empresas, sin tener en cuenta los intereses de la sociedad, el bienestar general y, lo que es peor, con la complacencia de los gobernantes.