En el mes de julio de 2005 fui requerido por la Conselleria de Infraestructuras para la realización de una propuesta, en forma de anteproyecto, para la estación subterránea del TRAM en el entorno de la Plaza de los Luceros de la ciudad de Alicante. Mi propuesta consistió en una estación de andén central, situada en posición prácticamente centrada bajo la cruz que forman los dos ejes urbanos que definen la ciudad en superficie: el eje definido por las avenidas de Alfonso X el Sabio y avenida de la Estación por un lado y el definido por los paseos de Federico Soto y General Marvá por otro. Esta situación, justo debajo de la Plaza de los Luceros, exigía una atención muy especial al diseño de todos los elementos que asomaran en superficie así como comprometía los sistemas técnicos a emplear en la ejecución de la misma. La existencia de una cuidada vegetación y de una fuente monumental de porte medio generaba complicaciones para el diseño y la construcción que la arquitectura e ingeniería debían saber asumir y resolver. Aquel lugar presentaba dificultades, pero esas mismas dificultades, derivadas de su singular posición con respecto a la ciudad desarrollada en superficie, albergaban la promesa de que, si acertábamos en el proyecto, esa estación se incorporaría a la ciudad como un espacio que, más allá de atender el servicio que lo originaba, produciría una continuidad de beneficios que le permitiría constituirse como uno más de esos espacios públicos de calidad que toda trama urbana se merece.

Quisiera explicar las principales bondades de esa propuesta; voces por mi respetadas han pedido una explicación y creo que soy la persona más indicada para darla. Lo haré sucintamente y en pocos puntos:

1. La decisión de establecer una estación intermedia entre Mercado y RENFE obliga a comprometerse con la ubicación propuesta. Su desplazamiento hacia Alfonso el Sabio es imposible pues existe un aparcamiento subterráneo que lo impide, y su desplazamiento hacia RENFE la acercaría en exceso a ésta generando serias dudas desde el punto de vista de la utilidad.

2. La posición elegida permite que sus accesos principales, cómodos, amplios, rectos y bien iluminados, se produzcan de forma natural desde los dos paseos (Soto y Marvá) y sean complementados con penetraciones secundarias desde las otras dos avenidas. Esos dos accesos principales forman bajo tierra un itinerario continuo, con la comodidad que reportan las escaleras mecánicas, para cruzar de un paseo a otro bajo la plaza, a través de la planta vestíbulo y acompañado siempre de luz natural. Esto propiciará que muchos peatones ajenos a la utilización del TRAM tomen este camino para cruzar la plaza de forma más cómoda, rápida y sin cruce alguno con vehículos.

3. El proyecto plantea a su vez dotar a la Estación Luceros de un acceso-salida singular, y muy especial, en el mismo corazón de este espacio urbano. Dicho acceso, equipado con ascensor, sitúa a quien por allí transita ante la fuente misma y en el corazón ajardinado de la plaza, condición que propiciará un mayor uso y disfrute de ese atractivo lugar.

4. El ascensor discurre por un gran patio inglés que transporta a la planta de vestíbulo la luz del sol, la visión de la fuente monumental y el rumor del agua. Este patio inglés posibilita a su vez la existencia en planta vestíbulo de un importante parterre de vegetación, de porte medio, que sumara calidad ambiental al espacio interior. Un par de locales de ocio en torno a ese jardín colaboran en la integración de la estación en la vida urbana del lugar.

El proyecto así descrito, que ahora se encuentra en fase de terminación, ha suscitado, al menos, dos importantes polémicas. En un primer momento, tras la decisión de los técnicos de demoler la plaza y desmontar y trasladar la fuente monumental para posibilitar una ejecución viable y segura de la estación subterránea, surgió la polémica sobre si ese traslado era evitable, y sobre los daños que la fuente sufriría con esa operación. Surgió también la desconfianza sobre si, finalmente, tras su retorno (si es que se producía) y reconstrucción, la plaza y su fuente volverían a ser las de siempre. Creo estar en lo cierto al asegurar que el resultado de la recuperación de la plaza y la vuelta a su lugar de origen de la fuente monumental han sido realizados con un exquisito rigor, garantizando la continuidad de los elementos vegetales, la consolidación y restauración atenta de la escultura de Bañuls y la mejora de los pavimentos y suelos del disco central recuperando su tratamiento tradicional en piedra caliza y arena de albero.

En estos días se produce una segunda polémica. Comienza a emerger la estructura portante del ascensor a través del patio inglés que ilumina, airea y humaniza la planta vestíbulo de la estación y surgen voces de alarma sobre la presencia de tal máquina en tal posición. Se hace necesario pues ofrecer una explicación. El ascensor proyectado se requiere, como es obvio, para dotar de acceso posible y cómodo a personas con dificultad para tomar una escalera fija o mecánica. Al plantear el proyecto se valoraron todas las posibles ubicaciones para esta necesaria máquina de modo que cumpliese ?-en ese orden de prioridad-con al menos tres objetivos básicos. Primero: dotar de no sólo útil sino también cómodo acceso a las personas con dificultad para el manejo y la movilidad. Segundo: que este acceso no tuviese un carácter marginal. Tercero: conseguir que la ubicación y presencia de un elemento técnico necesario no entorpeciese en exceso el tránsito habitual por el espacio urbano ni bloquease en exceso las perspectivas visuales principales de la plaza y su fuente monumental. Expongo a continuación los argumentos que, como arquitectos, manejamos para llegar a la conclusión de su actual ubicación.

1.- La ubicación de un ascensor (dos en tal caso) junto a los accesos principales (paseo Soto y Paseo Marvá) es imposible sin interrumpir gravemente el tránsito hacia el disco central de la plaza, habida cuenta que el proyecto pretende la potenciación del uso del mismo.

2.- En el caso de haber dispuesto de espacio suficiente, la ubicación de los ascensores en esa posición (junto a las escaleras de bajada) hubiese supuesto una interrupción de la vista sobre la fuente mayor y más grave que la producida en la posición que se construye.

3.- El proyecto siempre ha considerado prioritaria la vista de la fuente como fondo de perspectiva de los dos paseos (Soto y Marvá) pues son estos los dos recorridos urbanos de mayor importancia (peatonales) frente a los otros dos ejes de circulación (Alfonso el Sabio y Avda. de la Estación) que se realizan en vehículo. Es en aquellos donde se producen los accesos peatonales al disco central para lo cual se dispone de sendos pasos peatonales que suponen la desaparición de la vegetación circundante a la plaza y por tanto donde la fuente adquiere una mayor presencia como fondo de perspectiva.

4.- La opción alternativa de instalar el ascensor en alguno de los cuadrantes de amplias aceras que rodean el disco central fue siempre descartada, pues supondría crear un acceso marginal al forzar a quien accede a recorrer un largo pasillo subterráneo (unos treinta metros de longitud) hasta alcanzar el área de vestíbulo.

5.- La escasez dimensional de las isletas disponibles en las avenidas de la Estación y Alfonso el Sabio, en las que ya ha sido de gran dificultad incluir un acceso secundario de escaleras adecuadas, hace inviable la instalación en ellas del ascensor.

6.- La decisión de instalar el acceso por ascensor en el disco central de la plaza aparece, pues, como la óptima para equilibrar los circuitos peatonales de acceso a la estación. Desde allí sirve impecablemente al área de vestíbulo subterráneo y potencia el uso en superficie del disco central de la plaza, reforzando así su condición de espacio público utilizable más allá de su servicio como rotonda de circulación y su presencia puramente ornamental.

7.- Una vez decidida su ubicación en el disco central, se opta por su posición en el lateral recayente a Avda. Estación, pues su ubicación allí minimiza el entorºpecimiento de vistas sobre la fuente frente al que supondría su ubicación en posición semejante en el lado recayente a Avda. Alfonso el Sabio. Esto es obvio, por tratarse de esta última avenida de una vía rodada que viene subiendo hacia Luceros, no así la Avda. de la Estación que discurre a nivel horizontal.

Por último recordar, salvando las muchas distancias, que cuando se hizo necesario crear un nuevo acceso público para el Museo del Louvre en París, que debía producirse necesariamente por el sótano que ampliaba la edificación histórica, se optó por una pieza construida en metal y vidrio, de geometría abstracta (piramidal) y situada en posición central y en el eje exacto de la perspectiva que había sido por siglos la visual principal desde la que admirar el antiguo palacio. Su ubicación allí aseguraba que con el tiempo, una vez pasado el sobresalto inicial, el nuevo cuerpo, construido según la lógica general del conjunto urbano en que se encuentra, fuese apreciado como una intervención integrada y acorde con la escena urbana a la que se incorpora. Así ha sido.

En mi caso, como arquitecto, no es la primera vez que tengo que abordar, y en esta misma ciudad, una situación semejante a Luceros, quizá aún más difícil. Hace años la ciudad celebró con júbilo la desaparición de la gran edificación del antiguo Club de Regatas que interrumpía las preciadas vistas a la dársena interior del puerto. Las interrumpía y las privatizaba. Tras esa demolición, muy celebrada, llegaron los temores, la incertidumbre y las críticas al saberse que una nueva edificación, aunque de mucha menor envergadura, volvería a ocupar aquel lugar. En aquella ocasión, también de mi mano, se realizó un proyecto y una construcción que asumió el compromiso de su difícil y delicada ubicación y que obtuvo de ello la capacidad de estar allí, minimizando su presencia, alcanzando un alto grado de adecuación a su entorno y permitiendo así dotar a la ciudad de Alicante de un espacio de uso y convivencia que, me consta, es hoy valorado y querido por todos.

Como arquitecto responsable del proyecto de la Estación Luceros -aunque no de la ingeniería del mismo- sólo me queda solicitar que la sociedad y quienes son sus portavoces públicos o líderes de opinión confíen en la intervención planteada y entiendan que el objetivo final es conseguir una estructura urbana mejor articulada y, por tanto, más confortable de usar. Con ese ánimo realicé este proyecto y en ese ánimo me mantengo, firmemente convencido de que esa estación, allí situada y adecuadamente articulada con su entorno, sumará valor urbano a una plaza que en breve estará de nuevo abierta al uso; igual que antes, pero reforzada en su valor como espacio de uso público y con el beneficio enorme del transporte urbano cruzando bajo ella y engarzándola con el resto del área metropolitana.