Se ha escenificado un acuerdo autonómico, español, de reparto de financiación. Ha sido lo que viene siendo habitual. Gente negociando algo que no se debía negociar. Porque ya corren tiempos, y han pasado 30 años de ayuntamientos democráticos, para haber fijado unas reglas de financiación claras, concisas y objetivas. Pero no. Los partidos mayoritarios utilizan esta herramienta de negociación económica para apuntalar sus apoyos parlamentarios. Lo hizo Aznar, lo hace Zapatero. No se pueden quejar, ni unos ni otros, si lo que hacen es utilizar el poder que da el boletín oficial del estado para apalabrar apoyos.

No ha sido una negociación, ha sido un chantaje. Siempre lo es. A los nacionalistas, o izquierdistas periféricos, les mola hablar de tú a tú al gobierno central. Como no hay reglas fijadas, se trata de estirar hasta ver a dónde llega el madrileño de turno en su reparto del pastel, que es de todos. Lo peor que le puede pasar a estos pueblerinos de pueblo es que fijemos unas reglas de financiación autonómicas objetivas y para siempre. ¿Se lo imaginan? Unas normas que calibren, por supuesto, el peso demográfico, el peso económico, el peso social, el turismo sanitario, la distribución geográfica, la contribución al PIB nacionalÉ Se trata de configurar una fórmula matemática, honrada y no subjetiva, que haga de la negociación un imposible. No se negocia cada año, se negocia una vez para fijar los criterios y a continuación se aplican los parámetros que, de esa fórmula, salen.

Lo peor para esos negociantes de ahora es fijarles unas reglas que sean aplicables cada año. Lo peor es dejarles sin argumentos falaces sobre mentiras no demostrables en torno a su contribución a los demás. No me cuadra la nueva izquierda insolidaria y pueblerina tirando "pa su tierra" como si la tierra no fuese el estado. Resulta que la renta es progresiva. Es decir, los que más ganamos más contribuimos. Eso es razonable y lo comparto totalmente. Entonces, ¿por qué no es así para los territorios? ¿Por qué ese discurso victimista de que Cataluña aporta más? Pero ¿no era eso? ¿No era compartir? Porque si cambian los criterios, deberemos comenzar por reclamar, los que más pagamos, privilegios en sanidad o en educación. Que los que ganamos más, y aportamos más, no hagamos cola en ningún sitio oficial. Absurdo. Insolidario.

El reparto del pastel desde Madrid es asqueroso. No vamos a cerrar el debate democrático hasta que no hayamos solucionado el debate de la financiación autonómica. No lo solucionamos si no lo arreglan los partidos mayoritarios, PSOE y PP, unificando criterios para que las minorías no desmoronen la equidad territorial. Si cada año, y, dependiendo de los apoyos parlamentarios necesarios, tenemos que "pactar o negociar" con las minorías territoriales, ejecutaremos un golpe de estado contra la razón y la justicia social. Porque es injusto, socialmente, no utilizar argumentos técnicos, demográficos y económicos para repartir el pastel. Si el pastel va a ser repartido a base de ladridos y de ver quién muerde más, mucho se parecerá a las repúblicas bananeras que tanto detestamos.

Ya no sé si es problema de la falta de liderazgo de los grandes partidos o su egoísmo por gobernar a costa de lo que sea. Ya me pregunto cada día, si los grandes pactos de estado se van a producir cuando ya esté la gente más cabreada que un mono, o cuando reviente el pastel. Pero mientras pensamos qué modelo aplicamos a este pastel autonómico, más nos valdría ser lo más objetivos posible. Porque si la gente empieza a percibir que el enfrentamiento y la tensión por conseguir más fondos es rentable, en cada comunidad saltará un deslenguado a pedir para su tierra los "atrasos históricos" que han padecido. Y entonces, toda la democracia se tambaleará. Porque el egoísmo no parece ser un valor democrático.

Este artículo, como tantos otros, no sirve de nada. Porque plantear que se sienten los de arriba a organizar un modelo económico que no cree tensiones cada ejercicio es más propio de ilusos. Pues aunque yo pueda parecer iluso, les juro por Snoopy, que en la gran mayoría de Europa este debate está más que zanjado. Somos europeos para lo que nos interesa. Pues que Europa nos diga el camino. Porque el pastel se lo están merendando unos cuantos que chillan más. No es eso.