La propuesta socialista para establecer una ley de plazos para el aborto, y que las menores de edad de 16 años no necesiten el consentimiento paterno para interrumpir su embarazo, ha suscitado un enconado debate. Los populares han anunciado que recurrirán al Constitucional, y la Iglesia y sus afines, se han opuesto rotundamente a la misma, llegando a decir la máxima jerarquía católica que el aborto es el mayor genocidio de la humanidad. Los miles de muertos en las guerras de religión, los quemados y estrangulados por la Inquisición, el holocausto de judíos y gitanos por los nazis, las matanzas de Stalin a sus propios compatriotas, los muertos en la Guerra Civil española, que la Iglesia defendía como una cruzada, y los miles de fusilados en la posguerra por el franquismo: parece que todo esto es menor a las interrupciones de embarazos no deseados. Una metáfora, cuando menos, desafortunada.

Un informe oficial ha desvelado que en Irlanda miles de niños fueron objeto de abusos físicos, sexuales y psicológicos por curas católicos en sus internados y orfanatos, y que estos crímenes e iniquidades fueron ocultados por la jerarquía católica. La ocultación los convierte en encubridores delictivos, pues no basta indemnizar a las víctimas (por cierto, pagado el 90% por el Estado irlandés), ni pedir perdón. Lo que procede es denunciar con nombres y apellidos a la fiscalía y tribunales. Pues bien, el candidato popular a las elecciones europeas, Mayor Oreja, haciéndose eco de una declaración del obispo Cañizares, ha dicho que es más aberrante el aborto que los abusos a menores en los colegios irlandeses. Estos católicos de misa en coche oficial, olvidan lo que dice la Biblia: "aquél que escandalice a uno de estos pequeños, más le valiera que le pongan al cuello una piedra de molino y le arrojen al mar". Los no creyentes se conformarían con 9 años de cárcel que señala muestro Código Penal.

Por decir la ministra Aído que un embrión hasta la 13ª semana es un ser vivo, pero no es un ser humano, la derechona de siempre la ha maltratado insultándola. Si se argumenta que el embrión es un ser humano, "ser" en cuanto ya existe, y "humano" en cuanto proviene del hombre y no de ningún otro animal, luego es ser de la especie humana; estamos diciendo, con las mismas razones, que un espermatozoide, por ejemplo, también es un ser humano. Se pretende olvidar, para confundir, lo que ya dijo Aristóteles hace más de dos mil años: que hay seres sólo en potencia. El embrión es únicamente ser humano en potencia. Comer un puñado de piñones no es destruir un bosque de pinos. El nacimiento según nuestro Derecho es el que determina la personalidad, es decir, ser titular de derechos y deberes humanos, su muerte o destrucción es un homicidio. Sin embargo, el aborto sin causa justificada de un feto, que ya tiene figura humana, y un sistema nervioso superior desarrollado, se considera por el Tribunal Constitucional como un bien protegible, y se castiga como un delito por destruir esa esperanza de vida humana. Así en la mayoría de los países europeos junto a un sistema de plazos hay supuestos o indicaciones que despenalizan el aborto.

Por último, parece que la opinión pública es contraria a que se suprima el consentimiento paterno en el aborto de las menores. Exigir el consentimiento paterno me parece muy injusto, no pensemos sólo en el eufemismo que dice el Código Civil del "buen padre de familia", pues hay padres maltratadores, padres que mutilan a sus hijas o imponen matrimonios convenidos, padres que impiden una transfusión de sangre a sus hijos aunque se mueran, padres que por sus creencias religiosas nunca darían su consentimiento, y sus hijas tendrían que acudir a la clandestinidad. Seamos sensatos, ya ha desaparecido la necesidad secular del consentimiento paterno para contraer matrimonio los menores, e igualmente debe desaparecer esta sujeción paterna. En todo caso, si se considera como un conflicto social, se debe proponer que cuando una menor acuda a una clínica para interrumpir su embarazo, sin el consentimiento paterno, el médico dé un parte al juez, y éste, oyendo a la menor y a sus padres, decida lo más conveniente conforme ley.

Luis Segovia López es magistrado jubilado.