En los países desarrollados se acepta teóricamente la igual dignidad como personas del hombre y de la mujer y, por tanto, los mismos derechos fundamentales, que se derivan de esta igualdad. Sin embargo, en la práctica, en varios puntos, no se acaba de respetar esta igualdad en los mismos países desarrollados. Precisamente, con motivo de la festividad del "Corpus Christi", Día de la Caridad, la Conferencia Episcopal Española puso de manifiesto algunas de las desigualdades prácticas que se observan, aún hoy, entre hombre y mujeres, en la sociedad española: por ejemplo, la discriminación salarial, el mayor desempleo femenino, la escasa presencia de mujeres en puestos de responsabilidad, la violencia doméstica, etc. El mensaje episcopal pide que "se trabaje decididamente para que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres pase de ser un derecho formal a ser un derecho real". En este mismo tema había insistido el Papa, Benedicto XVI, con ocasión del Congreso Internacional en Roma, convocado por la Santa Sede, el pasado mes de febrero, en que se trató de "Mujer y Varón, la totalidad de lo humano". A este Congreso asistieron 260 delegados de 49 países; 40 conferencias episcopales; representantes de 28 movimientos y 16 asociaciones internacionales femeninas católicas, así como religiosas y mujeres líderes de los diferentes ámbitos de cultura. El Congreso pidió reconocer y expresar el verdadero genio femenino en todas las manifestaciones de la convivencia civil, trabajando por la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación". El Papa advirtió, en el Congreso, que "todavía hoy persiste una mentalidad machista, en lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada solo por el hecho de ser mujer, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión". Ante tal realidad el Papa pide "el compromiso de los cristianos para que se conviertan por doquier en promotores de una cultura que reconozca a la mujer la dignidad que le compete, en el derecho y en la realidad". Este es el punto de vista cristiano. Es necesario que se facilite a la mujer su colaboración propia en la construcción de la sociedad, valorando su típico genio femenino.