En un gesto de dignidad y amor por su hijo, Cio-cio-san (Madama Butterfly); entona su postrer "addio" antes de quitarse la vida en compañía del rutilante brillo de la orquesta, una centuria abrasada por el metal que despiden las últimas notas de la partitura "pucciniana", bajo la inmarcesible batuta de Lorin Maazel. Domingo, 20 de abril. ¿Alicante? No, Valencia, Palau de les Arts Reina Sofía. Mientras todavía acaricia nuestra memoria musical el "coro a bocca chiusa" de Puccini, un maestro inmortal del piano, Daniel Barenboim -que tiempo atrás nos sobrecogiera con su arrebatadora dirección de "Der fliegende Holländer" de Wagner-, acaricia el teclado del "Steinway & Sons" trasladándonos al universo de Beethoven y Brahms con sus conciertos para piano y orquesta números 3 y 1. Lunes, 21 de abril. ¿Alicante? No, Valencia, Palau de la Música. Un mes antes, la sonoridad canora de Ainhoa Arteta acunaba nuestra fantasía gracias a Sir Neville Marriner, el director de orquesta que fundara la maravillosa "Academy of St. Martin-in-the-Fields". Miércoles, 5 de marzo. ¿Alicante? No, Murcia, Auditorio Víctor Villegas. Sin apagarse aún la lírica de Arteta, una mezzosoprano en todo su esplendor, Anne Sophie von Otter, paralizaba el tiempo y el espacio con "Les Nuits d´été", la bellísima composición de Berlioz, bajo la batuta de Marc Minkowski, el fagotista convertido en director del mejor barroco y música francesa del momento. Sábado, 1 de abril. ¿Alicante? No, Murcia, Auditorio de Música.

Edificios históricos y emblemáticos -referentes de una época y una ciudad-, catalogados como patrimonio artístico y cultural, duermen abandonados, desprotegidos y degradados durante años, ante la mirada indiferente de quienes deben preservarlos. ¿Afganistán, Gaza, Bagdad? No, Alicante, cine Ideal, Hotel Palas, Estación de Murcia o edificio de Correos. Cualquier día, en cualquier época del año. Miles de paredes, estatuas, iglesias, edificios oficiales o fachadas de biblioteca, groseramente violados por el "graffiti" salvaje e incivilizado que proporciona la brocha de unos iconoclastas consentidos e impunes, gracias al vergonzoso desinterés y apatía de las autoridades responsables. Muchos de esos "cuadros", cuya visión causa ceguera virtual, constituyen una bochornosa expresión plástica muy del gusto de nuestros progres. Será por aquello de Goya "el tiempo también pinta". ¿Bronx, Londonderry, Soweto? No, museo al aire libre de Alicante. Abierto todos los días del año. Entrada gratuita. Fondos inagotables.

La contemplación de ciudades como Valencia y Murcia no contagian el llamado síndrome de Stendhal -lo que sucedió al escritor francés mientras admiraba las tumbas de Galileo, Miguel Ángel o Maquiavelo en la iglesia de la Santa Croce de Florencia, donde también se encuentra la tumba de Julie Clary, esposa de José Bonaparte, nuestro "Pepe botella" napoleónico-, pero sí te inocula el virus de la envidia y la enfermedad de la tristeza. La atención que dedican sus responsables políticos a esas urbes vecinas; el dinamismo, progreso, personalidad y alicientes -arquitectónicos, culturales, urbanísticos y de ocio- de que las han dotado; o la inversión económica que les asignan y el orgullo con que las defienden, hace que la inevitable comparación con Alicante produzca otro tipo de síndrome, el de "Diógenes" (si alguien, sintiéndose aludido, desconoce en qué consiste no necesita psiquiatra, basta con una enciclopedia. Pero si lo que desea es cumplir penitencia -a la vista de los pecados cometidos- puede leer la vida de Diógenes de Sinope, "el cínico" -eso ya le gusta más-, escrita por Diógenes Laercio en "Vidas de los filósofos más ilustres". Austral, 1951);.

El lamentable y asombroso espectáculo que ofrecen nuestros políticos respecto a la ciudad de Alicante está muy por encima de la capacidad de paciencia y sufrimiento de sus ciudadanos. ¿Cómo se puede tolerar que el Palas, futura sede de la Cámara de Comercio, esté tantos años amargado por las cuitas entre la Administración autonómica y municipal, ambas del mismo color político? ¿Hay explicación para tamaño desatino que no sea la indolencia y el desprecio más descarado? Por no hablar del esperpento protagonizado por la Administración central y municipal acerca de la estación de Murcia y su enigmática Casa del Mediterráneo. O el sofoco por el eterno abandono de Correos sin que a nadie -propietario y Ayuntamiento- le salga una cana de vergüenza en su indiferente cabeza. Y la tienda de prostitución que se exhibe al lado de la subdelegación de la Generalitat, o el espectáculo de una Explanada invadida por decenas de "top manta" víctimas de las mafias. ¿Por qué tanto interés en el canon digital y tan escasa disposición contra la venta ilegal?

Ya vieron cómo Madama Butterfly se quitaba la vida por dignidad a sí misma y amor a su hijo. ¿Suicidarán nuestros políticos sus ambiciones personales, sus exclusivos intereses, por el bien de Alicante? No lo creo. Mientras tanto, este singular museo al aire libre, seguirá exhibiendo sus cuadros más vergonzosos. En cada sala visitada, a derecha e izquierda -como los partidos políticos que las vigilan- encontrarán arte suficiente para que les atrape el "Síndrome de Diógenes". Menos mal que ahora corresponde pagar la Tasa de basuras.

Rafael Simón Gil es abogado.