A la sociedad toda. En este clima enrarecido y tenso, con un debate artificial sobre cuestiones no menos artificiales y que poco aportan a la vida real, hemos de felicitarnos por la aprobación de la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres. Una ley de transformación radical de la sociedad. Que sí, que sí, que ya sé que las leyes no cambian la realidad, pero ayudan cuando la voluntad es insuficiente para ello. Que soy consciente que la eliminación de las desigualdades de género que persisten todavía a pesar de los muchos avances no van a desaparecer por el solo hecho de la existencia de esta ley. Que lo importante es cambiar hábitos, costumbres y una cultura fuertemente patriarcal y que eso se consigue incidiendo en todos los ámbitos: la familia, la educación, los medios de comunicación, el trabajo, la política. En todos ellos, precisamente, se proyecta la nueva ley. Y el PP se ha abstenido, no se ha atrevido a votar en contra (como viene haciendo sistemáticamente en la presente legislatura); quizá por corrección política. Sus dos principales objeciones: la representación equilibrada de mujeres y hombres en las direcciones de las empresas, de un lado, y, de otro, la paridad (o el 40%-60%); en las listas electorales. Con muchísimo cinismo y total desprecio (a Rajoy no le pareció importante estar presente en ese pleno del Congreso); alegan que la paridad por ley en las candidaturas electorales supone un atentado a la libertad de los partidos y (¡pásmense!); que va en contra de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres porque les va a impedir presentar listas electorales compuestas únicamente por mujeres, como era su intención. Hay que ver, qué casualidad que justamente en este momento hayan encontrado a más mujeres que hombres que son «más valiosas». Porque lo cierto es que no les ha pasado antes. Sin ir más lejos, en su grupo parlamentario en el Senado sólo hay 24 mujeres, pero 121 hombres. Y en el Congreso, de los 148 escaños que ocupan, sólo 39 pertenecen a mujeres. Si el argumento que se utiliza para concurrir a unas elecciones es que sólo las personas «valiosas y preparadas» merecen integrar una lista podríamos llegar a algunas conclusiones. Por ejemplo, que las mujeres del PP están mucho menos preparadas que sus compañeros. O que las mujeres preparadas prefieren las opciones políticas de izquierda. Y no creo que ninguna de las anteriores sea cierta. Es que todavía hay dos varas de medir, según seas hombre o mujer. Para evitarlo, precisamente, contamos a partir de ahora con una magnífica herramienta.