A pesar de esas premuras de urgencias de última hora, resuelto el controvertido tema del arrendamiento de la plaza de toros de Alicante, es el tiempo en que la nueva empresa ha de darse a conocer mediante los primeros carteles que, además de marcar el inicio oficial de la temporada 2007, vengan a ser la tarjeta de presentación de las intenciones de estos nuevos arrendatarios. No cabe duda de que, sobre el papel, en tantas ocasiones tan sufrido, ojala no lo sea en esta ocasión, se ha levantado una positiva corriente de fundada expectación de acuerdo al programa, discretamente rico y variado, que ofrece el equipo Simón Casas . Marzo avanza y, de acuerdo a tradición, bueno será ofrecer algún festejo que cuente con los suficientes alicientes para concitar el interés del aficionado. Desde luego que con picadores. Fundamental comenzar con marcado acento.

No sería justo, menos todavía oportuno, dejar en el olvido la gestión llevada a cabo por Pedro Manzanares a lo largo de una decena de años, que años son, qué caramba. Desde que formara equipo con los Lozano , fructífera etapa aquella ciertamente, que le hizo ir adquiriendo una oportuna experiencia, no exenta de eficacia, que le permitiría, ya en solitario, poder sortear no pocos obstáculos a pesar de contar con una única plaza de toros en su haber, la de Alicante, frente a las exigencias, en ocasiones de lo más peregrinas, de algunos caprichosos del coletudo gremio. Organizar una feria como la de Fogueres sin poder jugar con las ofertas de otras plazas con que negociar contratos globales, que equilibren y compensen no pocos aspectos - los que ahora llegan sí pueden conjugar tales situaciones - , habla bien a las claras de la habilidad organizativa de Pedro Manzanares. Bien merece, por lo tanto, el sereno y limpio reconocimiento agradecido del aficionado alicantino. Sin olvidar que procuró, y logró, ofrecer la presencia de ganaderías de marcado carácter encastado, en la línea de la mejor tradición de lo que fuera la plaza de Alicante en otros antaños.

Y no queda fuera de lugar, en absoluto, echar una mirada, siquiera de lo más somera, al talante con que se están desarrollando las primeras ferias del año. Sobre todo las más cercanas, Valencia «fallera» y Castellón de la Plana «gaiatera». No se sabe si la cosa obedece a pura convicción y sentido del mérito de los toros y toreros o, toca madera, a recomendaciones más o menos demagógicas, pero es el caso que el floripondio más elogioso se viene apoderando del decir de la mayoría de los comentaristas, que los presidentes andan de piltrafistas sin freno y que del toro y sus características esenciales - cuajo, trapío, poder, caracteres para la lidia, ah de la lidia - apenas se acuerda algún iluso que todavía se debate en nostalgias de bravuras. A este paso, menuda temporada de disparates nos amenaza. ¿Qué habrá que conceder cuando se cuaje el toreo poderoso y ligado ante el toro enterizo Poco falta para saberlo. Paciencia, paciencia. Va de triunfalismo amenazante. Y después del parto, la hora de Alicante sonó. Es Sant Josep. Alicante. Marzo.